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A Berlín no le interesa el nuevo Papa

En la catedral de la capital alemana había más periodistas que fieles y ni siquiera se celebró una misa en honor a Benedicto XVI.

19 de Abril de 2005 | 17:41 | Por Ilona Goyeneche, desde Alemania

BERLÍN.- Si esto fuera Cracovia y el día de la elección del Papa Juan Pablo II, la Catedral St. Hedwig simplemente hubiera explotado de fieles, y polacos que tampoco lo eran tanto, pero todos eufóricos de que hayan elegido un Papa de su nacionalidad. Pero esto no es Polonia, sino la capital alemana. Frente a la catedral, situada en pleno centro, hay más periodistas que fieles adentro, rezando por el nuevo Santo Padre.

Berlín ni se inmutó con que el nuevo Papa electo fuese nada menos que el alemán Joseph Ratzinger. A la hora de ser anunciado, en la Catedral St. Hedwig no había ni una vela prendida, ni un cura, diez personas rezando, en su gran mayoría de tercera edad, y una pianista que tocaba el órgano como si la hubieran obligado a quedarse. La única excusa que tiene Berlín son sus 308.000 católicos. Un 9% de la población de la capital.

El único que puso la cara frente a las cámaras fue Stefan Förner, vocero del Arzobispado. "El hecho de que la elección se haya llevado a cabo en un plazo tan corto es un buen signo. Muestra que no hay desacuerdos internos en el Vaticano como algunos decían. Y, obviamente, estoy orgulloso que el Papa nuevo sea alemán. Veremos qué pasará ahora y qué sorpresas nos depara. No hay que olvidar que Juan Pablo II hizo cambios que tampoco nadie esperaba. Por eso creo que debemos darle una oportunidad a Benedicto. Una que nadie le hubiera dado o mejor dicho esperado de Ratzinger", declaró.

Según el vocero del Arzobispado se debería reaccionar igual que el público frente al Vaticano: saludando con alegría al nuevo sucesor de Juan Pablo II sin "temerle a él y a su conservadurismo". Esto último, una característica básica para asumir el cargo de Papa según Fröner. Así que pareciera que los cambios no irán por esos lados.

Un puñado de fieles

Anna Tschaut de 25 años siguió por radio lo que estaba ocurriendo en el Vaticano y cuando supo que se eligió el nuevo Papa sintió la necesidad de venir a rezar a la Catedral. Aunque dice no haberse preocupado nunca por Ratzinger y sólo había escuchado que se le atribuyen doctrinas muy conservadoras, "personalmente me simpatiza. Especialmente cuando lo vi medio inseguro pronunciando sus primeras palabras como Papa. Ahí me agradó aún más. Pero no me parece mayormente importante que sea un alemán el que hayan elegido. Lo que me parece mucho más emocionante es ver a la cantidad de fieles de todo el mundo que siguen este acontecimiento que me parece histórico", dice la estudiante de psicología, mientras sale de una iglesia prácticamente vacía.

Otro de los pocos que vino a "desearle suerte al Papa nuevo" fue el abogado Joseph de 30 años y que prefirió reservarse el apellido. "Me emocionó la nueva elección del Santo Padre y me alegra saber que tenemos uno nuevo".

Que sea un alemán poco le importa. Lo que sí espera es que sorprenda a todos y acalle las expectativas negativas que muchos tienen de él. "Por ejemplo, su punto de vista sobre la mujer me parece inaceptable. Pero creo que en este momento no debemos quedarnos con lo negativo, sino que ver también sus lados positivos".

La iglesia no llegó a llenarse más allá de 15 personas y quizás por eso Marisa von der Felden de 27 años, que entró eufórica a la Catedral, pareció media fuera de contexto.

"Deberíamos estar todos muy contentos y felices", dice mirando para todos los lados como esperando que alguien se una a su alegría descomunal. "Tenemos Papa nuevo y más encima es alemán".

Ella y su familia estuvieron pegados al televisor viendo las noticias y cuando supieron sobre el nuevo Santo Padre celebraron y se llamaron entre conocidos y parientes. Y eso que la estudiante de política va a misa sólo unas dos veces al año.

"Quizás logre un nuevo impulso en Alemania y reviva el catolicismo en este país", dice Marisa, que se muestra abiertamente aburrida de que nadie quiera celebrar con ella, y tilda a todos de grises y amargados.

"Hey, deberíamos estar todos celebrando!", dice. Pero el único movimiento lo generaban los periodistas que atormentaron a los pocos que llegaron hasta la iglesia con las mismas preguntas.

Sin cambios

La vida en Berlín siguió tal cual. La Catedral sólo mantuvo abiertas sus puertas para el que quería venir a rezar. Pero no se celebró otra misa después de la tradicional a las 6 de la tarde y después de los ensayos del coro de la iglesia.

Esos ensayos, que comienzan con ejercicios de voz con Heidegard Moll. Antes de inicarlos comentó que "fue una sorpresa muy emocionante que el Papa sea alemán". "Sí, pero eligieron el equivocado", gritó una voz anónima del fondo del coro.
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