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Ratzinger recibe la investidura como Papa Benedicto XVI

Vestido con una túnica dorada y sujetando su báculo pastoral, Benedicto comenzó la ceremonia mediante una procesión hasta la gruta de la Basílica de San Pedro, donde se cree que fue sepultado el apóstol Pedro.

24 de Abril de 2005 | 05:11 | AFP

El cardenal protodiácono, el chileno Jorge Arturo Medina Estévez, impuso hoy al papa Benedicto XVI el palio (estola), que junto con el Anillo del Pescador, simbolizan el ministerio Pontificio.
CIUDAD DEL VATICANO.- El pontificado de Benedicto XVI comenzó el domingo con una multitudinaria y festiva misa al aire libre en la plaza de San Pedro en la que el Papa pidió la ayuda de los católicos y fue objeto del cariño de los fieles en un primer paseo en 'papamóvil'.

Entre los aplausos de las 350.000 personas congregadas en el Vaticano, Benedicto XVI, de 78 años, recibió dos importantes símbolos que encarnan su misión y su autoridad: el palio, una estola blanca bordada con cruces rojas, y su propio anillo de Pescador, que representa a Pedro echando las redes.

"Mi verdadero programa de gobierno no es hacer mi voluntad, no es seguir mis propias ideas sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y la voluntad del Señor", declaró el nuevo Papa, en su primera homilía pública.

Contrariamente a la imagen severa y fría que ofreció cuando era simplemente el cardenal alemán Ratzinger, Benedicto XVI se mostró humilde, humano, cariñoso, sonriente y emocionado ante las ovaciones de la multitud, a la que se dirigió a menudo durante la ceremonia.

Pese a la enorme afluencia de fieles, esta misa no batió el récord registrado durante el funeral de Juan Pablo II, el 8 de abril, cuando alrededor de un millón de personas acudió al Vaticano.

Homilía

"Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos", confesó el 265º Pontífice de la Historia.

En la homilía, el nuevo Papa también pidió por la unidad de la Iglesia y se felicitó por su vitalidad.

"La Iglesia está viva y está viva porque Cristo está vivo (...) Y la Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo", aseguró.

Durante la ceremonia, Benedicto XVI dedicó palabras llenas de cariño y admiración a su predecesor, Juan Pablo II, fallecido el pasado 2 de abril a los 84 años, tras una larga agonía.

El nuevo Papa retomó el discurso pronunciado por el difunto pontífice el 22 de octubre de 1978, en su misa de entronización: "Todavía, y continuamente, resuenan en mis oídos sus palabras de entonces: íNo temáis!".

Además, el Papa llevaba la casulla dorada y la cruz de su carismático predecesor.

Antes de la misa, que duró casi tres horas, Benedicto XVI oró y esparció incienso ante la tumba de San Pedro, primer Papa de la Iglesia, ubicada dentro de las grutas vaticanas, para rendirle un homenaje en el día en que se convirtió oficialmente en su 264º sucesor.

Representantes de Estado

Unas 140 delegaciones gubernamentales, 37 jefes de Estado y de gobierno y representantes de todas las religiones, asistieron a esta ceremonia con la que se inauguró una nueva era.

Entre ellas destacaban los representantes de Alemania, la patria del nuevo pontífice, entre ellos el presidente, Horst Koehler, el canciller Gerhard Schroeder y el gobernador de Baviera, Edmund Stoiber.

Además, en primera línea asistió emocionado a la ceremonia el hermano del Papa, Georg Ratzinger, de 81 años.

Al lado derecho del altar, se encontraban los reyes de España, Juan Carlos, con uniforme de gala y Sofía, vestida con traje y mantilla blancos, una prerrogativa de los reyes católicos.

Los presidentes colombiano Alvaro Uribe, paraguayo, Nicanor Duarte, y salvadoreño, Elías Antonio Saca, además de Jeb Bush, gobernador de Florida y hermano del presidente estadounidense, George W. Bush también asistieron a la ceremonia.

El presidente argentino Néstor Kirchner, quien no participó el pasado 8 de abril a los funerales de Juan Pablo II, estuvo presente en un gesto de buena voluntad para aliviar las tensiones surgidas en los últimos meses por la exoneración de un obispo castrense.

Todos ellos fueron recibidos posteriormente por el Papa en una sala privada del Vaticano.

Entre el numeroso público se dejaban ver banderas colombianas, argentinas, estadounidenses, españolas o polacas, pero una destacaba por encima de todas: la alemana.

Más de 100.000 fieles de la patria chica del nuevo Papa asistieron a la ceremonia para aclamar a "Benedict XVI". "Santo Padre, te queremos y siempre estaremos contigo", rezaba una de las pancartas escrita en alemán.

Para garantizar la seguridad de peregrinos y delegaciones oficiales, las autoridades romanas movilizaron 7.000 agentes de las fuerzas de seguridad y 2.000 voluntarios.

Aviones radar Awacs cedidos por la OTAN, cazas y helicópteros patrullaron el cielo de la ciudad.
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