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Piloto que lanzó la bomba atómica: "Lo volvería a hacer"

Paul Tibbets, comandante del "Enola Gay" aseguró que no guarda sentimiento de culpa por arrojar la "Little Boy" sobre Hiroshima, ya que cumplió con un deber nacional.

05 de Agosto de 2005 | 16:16 | ANSA
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Tibbets no se arrepiente de haber comandado el bombardeo.

El "Enola Gay" ahora es una pieza de museo.
WASHINGTON.- Paul Tibbets, el comandante y piloto del bombardero norteamericano "Enola Gay", que la mañana del 6 de agosto de 1945 lanzó sobre Hiroshima la primera bomba atómica, aseguró que "en las mismas circunstancias, no dudaría en volver a hacerlo".

El lanzamiento de la bomba, agregó Tibbets, "puso fin a la guerra y al derramamiento de vidas, de una parte y de otra".

En el 60° aniversario de los bombardeos nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, Tibbets no cambió ni una coma aquello que siempre declaró con orgullo: fue "una orden que obedecí, como había sido adiestrado".

El piloto, hoy un general nonagenario y retirado, es uno de los tres supervivientes de los 11 miembros de la tripulación del "Enola Gay", el bombardero B-29 que tomó su nombre justamente de la madre del piloto.

Los otros dos son Theodore Van Kirk, el copiloto de navegación, y Morris Jepson, que armó personalmente "Little Boy", el nombre que los militares dieron a la bomba nuclear, de más de tres metros de altura y cuatro toneladas de peso.

En una declaración conjunta, los tres defendieron la decisión del ataque atómico y dijeron que "el Presidente Harry Truman no tenía más elección que utilizar la bomba".

Sin arrepentimiento

Tras la misión sobre Hiroshima, Tibbets siguió su carrera en la Aviación militar, participando en 1946 como consultor técnico en las pruebas atómicas norteamericanas sobre el atolón de Bikini, en el Océano Pacífico.

Tibbets, como casi todos sus viejos compañeros de la fuerza aérea norteamericana, siempre dijo que no tenía ningún remordimiento por el ataque a Hiroshima, tanto que en 1976 participó en un vuelo "conmemorativo" que provocó mucho escándalo.

A bordo de un viejo B-29 completamente restaurado, el piloto del "Enola Gay" simuló el lanzamiento de una bomba nuclear durante una manifestación aérea en Texas.

Frente a 40.000 personas, apenas la falsa bomba tocó tierra, un grupo de expertos en explosivos creó un estallido en forma de hongo semejante al que devastó Hiroshima.

La administración norteamericana respondió con disculpas a las protestas del gobierno japonés. Tibbets, en cambio, dijo no comprender "el motivo de todo ese escándalo".

Hoy el "Enola Gay" original se exhibe en un hangar del Museo de Aviación del Smithsonian Institute, en el aeropuerto de Dulles, cerca de Washington.

Sesenta años después, Tibbets, Van Kirk y Jepson concuerdan en justificar el uso de la bomba atómica como única solución para poner fin a la Segunda Guerra Mundial, convencidos de que las bombas atómicas salvaron más vidas de las que costaron.

Pocos en Estados Unidos quieren reescribir la historia de estos hechos. Entre ellos, el obispo William Skylstad, presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense, que en una carta al presidente de la Conferencia Episcopal Japonesa comparó las bombas de entonces con el terrorismo de hoy, porque ni una ni otro distinguen entre "combatientes y no combatientes".

Otra voz fuera del coro era la de Bob Caron, ya fallecido, el único miembro de la tripulación del "Enola Gay" que dijo, frente a las fotografías de la ciudad japonesa arrasada, que sintió "un poco de sentimiento de culpa".
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