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Suben a más de 300 los peregrinos muertos en una estampida en La Meca

El hecho se produjo durante el rito de "apedreamiento del diablo", el más peligroso de la peregrinación a la cuna del Islam.

12 de Enero de 2006 | 13:32 | EFE

Durante los últimos tres días más de dos millones de fieles han llegado a la Meca provenientes de todas partes del mundo.
LA MECA.- Una estampida humana en un puente abarrotado de peregrinos musulmanes en las cercanías de La Meca se cobró hoy la vida de al menos 345 personas de diversas nacionalidades y dejó además 289 heridos.

Según el ministro saudí de Sanidad, Hamid ben Abdallah al Manei, la razón de la estampida fue el intento de recuperar sus equipajes, caídos al suelo, por parte de numerosos peregrinos que, desoyendo la prohibición, se acercaban cargados para cumplir con el ritual conocido como "la lapidación de las tres columnas del Diablo".

Eran las 12:45 en La Meca, justo tras la plegaria del mediodía, y la mayoría de los dos millones y medio de peregrinos que abarrotaban el lugar pretendían cumplir entre el mediodía y el ocaso del sol -como manda la tradición- con el apedreamiento de los tres "Yamarat", las tres columnas que representan al diablo.

A la entrada del puente que las autoridades saudíes habilitaron hace años para doblar la superficie desde la que se puede apedrear las tres columnas, creando así dos pisos, se produjo una gran aglomeración.

Algunos equipajes cayeron al suelo -según los testigos y las autoridades saudíes- y los peregrinos, al detener su marcha para recogerlos, hicieron tropezarse a los que venían detrás, y estos a los siguientes, convirtiendo el puente en una trampa mortal.

"Yo solo sé que me caían los muertos encima y tenía las piernas agarrotadas, no paraba de gritar y nadie me oía, hasta que vino un soldado y me sacó de aquel montón de cadáveres", relató el peregrino paquistaní Esham Chan Ali, que mostraba su cuerpo lleno de magulladuras.

A su lado, camiones frigoríficos cargaban sin cesar cadáveres cubiertos con sábanas blancas, mientras que otros camiones se encargaban de recoger los cientos de equipajes perdidos, entre los que había una silla de ruedas con los ejes torcidos, seguramente destrozada en la estampida.

Peregrinaje fatal
En 1990, más de 1.400 peregrinos murieron en una estampida similar en uno de los túneles que llevan a las columnas.

En tanto, en 2004 un total de 244 personas fallecieron durante este rito, el más peligroso de la peregrinación, uno de los cinco pilares del Islam.

Vea la cronología
A juzgar por las nacionalidades de los heridos que los periodistas pudieron visitar en el hospital más cercano, entre los muertos puede haber pakistaníes, indios, argelinos, egipcios, turcos, sudaneses y palestinos, pero no hay todavía ninguna confirmación oficial al respecto.

En el año 2004, otro accidente en el mismo lugar causó la muerte de otros 244 peregrinos, en este caso porque el puente no resistió el peso de la multitud.

Siete piedras

El ritual del apedreamiento de las columnas consiste en que los peregrinos, en momentos muy señalados -y hoy era uno de ellos- tienen que acercarse y lanzar siete guijarros del tamaño de un garbanzo a cada una de las columnas, en imitación a lo que Abraham hizo cuando el Diablo quiso tentarle tres veces para que no obedeciera a Dios, que le ordenaba matar a su hijo.

El ritual del apedreamiento es un absoluto caos. Miles de peregrinos entran hacia las columnas por el mismo sitio por donde otras salen; todas se chocan entre sí; las personas se agarran con fuerza unas a otras para no perderse entre la muchedumbre, formando grupos compactos que arrollan a quien se ponga por delante.

Las autoridades saudíes repiten sin cesar por la megafonía en los idiomas más frecuentes entre los peregrinos -árabe, turco, persa o urdu- que no deben acercarse con los equipajes para no molestar al prójimo y que deben abandonar el lugar en cuanto hayan terminado de apedrear al Diablo.

Sin embargo, los numerosos peregrinos ilegales, que acampan de forma irregular en la vía pública y hoy han molestado a las ambulancias que debían llegar al lugar, se trasladan de un lado para otro con su equipaje a la espalda por miedo a extraviarlo.

Mientras los equipos de rescate contaban cadáveres, cientos de miles de peregrinos, ajenos a lo sucedido, seguían subiendo el puente con sus bultos al hombro y las piedrecillas en la mano, resueltos a cumplir con el rito.

Incluso algunos heridos en el hospital, que habían perdido todo contacto con sus compañeros en el accidente, no habían perdido sin embargo la bolsita de guijarros con la esperanza de apedrear al Diablo cuando salgan.
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