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Perfil: Evo, el pastor de llamas y trompetista que llegó a Presidente

El niño que caminaba tras las llamas en busca de maíz para su comunidad se transforma hoy en Presidente de Bolivia. Nunca antes un indígena se había sentado en el sillón presidencial. Es un día histórico.

22 de Enero de 2006 | 09:51 | Felipe Cádiz, El Mercurio en Internet
Su vida en fotos


Evo Morales en su época de futbolista.
SANTIAGO.- Juan Evo Morales Ayma fue un reaccionario desde siempre. A los 5 años, se lanzó al fuego para llamar la atención de su madre, María, que mientras trabajaba en labores agrícolas, había olvidado alimentarlo. Fue su primera gran protesta, la primera de muchas, que lo transformarían en la voz del pueblo indígena, en un personaje del que se habla en todo el mundo y cuyo nombre suscita admiración o rechazo, pero nunca indiferencia.

Pero la historia de Evo estuvo cerca de no comenzar. Durante el parto, su madre fue víctima de una fuerte hemorragia que la tuvo a ella y a su hijo al borde de la muerte . En Isallavi, su poblado natal, no existían ni médicos ni enfermeras y sólo la intervención de la anciana curandera del lugar, que acudió con hierbas, los salvó. Corría octubre de 1959.

Eso era muy común en los pueblos del cantón de Orinoca. Las precarias condiciones en que vivía la población indígena -sin agua potable ni electricidad- hacían muy difícil la supervivencia de los recién nacidos. Sólo dos de los seis hermanos de Evo pudieron superar los dos años de vida.

El pastoreo de llamas fue su primera actividad. Recorría el camino Oruro – Cochabamba detrás de cincuenta llamas intercambiando mercancías en cada pueblo y masticando cáscaras de naranja que la gente tiraba desde los buses al camino. En ese tiempo Evo era Aymara cerrado, no habló español hasta los 6 años cuando su padre, Dionisio, decidió trasladarse a trabajar por un tiempo al norte de Argentina.

Treinta y cinco años después, Morales recorrería la misma ruta hacia Cochabamba, pero en vez de caminar tras las llamas lo haría a la cabeza de una masa de campesinos protestando por la reivindicación de su pueblo.

Heladero y trompetista

De regreso a Bolivia Evo se dedicó a su educación escolar. Estudió siempre lejos de casa, pues Isallavi no tenía escuela. Sus condiciones de líder surgieron rápidamente. A los 13 años fundó un equipo de fútbol en su comunidad. Era capitán, entrenador y árbitro, además vendía lana de ovejas para comprar las pelotas y los uniformes. A los 16 ya era entrenador de la selección del cantón de Orinoca.

El deporte no era su única actividad, para sobrevivir en Oruro, donde cursó su educación media, trabajó como heladero, ladrillero y panadero, además en las noches tocaba la trompeta en la banda Real Imperial. Todo esto antes de hacer el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Ingavi, en La Paz. Esta fue, según sus propias palabras, su “universidad de la vida”.

Pero su carrera como dirigente sindical comenzó, cómo no, en el fútbol. En 1981 el altiplano boliviano sufrió una de las mayores sequías de la historia, lo que obligó a muchas familias a buscar nuevas tierras. Los Morales se trasladaron hacia el Trópico de Cochabamba, a la región del Chapare. Ese mismo año, Evo fue nombrado secretario de deportes del sindicato San Francisco, cargo desde el que ascendió vertiginosamente.

En 1985 ya era secretario general del sindicato; en 1988 lo nombran secretario ejecutivo para toda la Federación del Trópico; en 1993 se convierte en el hombre fuerte del Consejo Andino de Productores de Coca y en 1994 Morales asumía como presidente del Comité de Coordinación de las seis Federaciones del Trópico Cochabambino. Su entrada a la política estaba a la vuelta de la esquina.

Evo el político

En su rol del principal líder de los agricultores de coca inició su lucha más pública. El Presidente boliviano Hugo Banzer, había prometido a EE.UU. la erradicación de los cultivos de coca, Morales se opuso tenazmente considerando que estos eran un parte de la cultura ancestral de los indígenas.

Morales se convertirá hoy en el primer indígena en alcanzar la Presidencia de Bolivia.


En 1997, se presentó como líder cocalero del Chapare a la elección parlamentaria. Fue electo con el 61,8% de los votos transformándose en la primera mayoría nacional. Amparándose en la inmunidad parlamentaria endureció su discurso y se enfrentó reiteradamente con el Ejecutivo. Esto llevó a que a comienzos de 2002 fuera desaforado, acusado de ser el principal instigador de la violencia en Chapare. Sin embargo, ya nadie podía detener a Morales, cuya popularidad subía como la espuma.

Ese mismo año decidió presentarse como candidato presidencial, algo que pocos tomaron en serio al principio, hasta que su nombre empezó a subir en los sondeos. El gran salto lo dio al recibir la ayuda de quien menos se lo esperaba: Estados Unidos.

El embajador norteamericano, Manuel Rocha, declaró a pocos días de los comicios que si los bolivianos querían seguir recibiendo ayuda económica de EE.UU. no debían votar por Morales. Desde ese momento la opción de Evo se disparó hasta quedar segundo con un 22,5%. Más de medio millón de bolivianos había votado por él y su partido, el MAS (Movimiento al Socialismo), había obtenido 36 congresistas.

La elección de 2002 transformó a Morales en una figura reconocida internacionalmente y con un peso político dado por su inmensa popularidad. Comandó las protestas y bloqueos que derribaron en menos de tres años a dos Presidentes bolivianos: Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa.

“Dicen que cada bloqueo significa pérdidas millonarias para el Estado, pero yo me pregunto ¿cuándo ha visto un centavo de esos millones el campesino boliviano?”, declaraba Evo y sumaba adeptos mientras acumulaba poder.

Recibió el apoyo de Fidel Castro y de “su hermano venezolano”, Hugo Chávez, que prácticamente lo apadrinó en su carrera por el sillón presidencial.

Arrasó en la elección de diciembre con un histórico 53,74% de los votos. Fue recibido por el Rey de España, por el Presidente francés, por los líderes chinos y sudafricanos, en una gira que lo llevó por cuatro continentes.

El mundo entero habla de él y de su suéter de alpaca que ya es moda en toda Bolivia. A los niños del altiplano los bautizan con el nombre de Evito y los jóvenes se dejan crecer el pelo hasta que les tape las orejas.

Es la “Evo manía”, la que preocupa tanto a Esther, la hermana del Presidente. No quiere que su hermano termine huyendo como Sánchez de Lozada. Sus palabras trasuntan nerviosismo. “Las masas son traicioneras. Será difícil darles todo lo que pidan”, reflexiona.
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