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La NASA le rinde homenaje a los astronautas del Challenger

En memoria de sus seres queridos, los familiares fundaron el Centro Challenger para la Educación Espacial, una institución que fomenta la enseñanza en matemática, ciencias y tecnología mediante cursos y laboratorios.

28 de Enero de 2006 | 16:03 | AFP

Una solemne ceremonia se realizó para conmemorar la tragedia que sucedió hace 20 años.
CABO CAÑAVERAL.-Familiares, visitantes y funcionarios de la NASA rindieron homenaje este sábado a los siete astronautas que murieron en el accidente del transbordador espacial Challenger, que hace 20 años explotó mientras ascendía al espacio, poniendo en peligro el programa espacial.

Unas decenas de visitantes al Centro Espacial Kennedy, un par de congresistas, ejecutivos de la agencia espacial estadounidense y familiares de astronautas perecidos en los accidentes del Challenger, del Columbia y del Apolo I se congregaron para la solemne ceremonia en un día algo soleado, ventoso y muy distinto al gélido día en que despegó la nave, cuando la temperatura desempeñó un papel fundamental en la tragedia.

"Es un día precioso", fue la primera reflexión de June Scobee Rodgers, viuda del comandante de la misión del Challenger, Francis Scobee, encargada del mensaje principal de la ceremonia, en el que nunca mostró reservas sobre la misión de su marido y los riesgos que asumía.

"Él conocía los riesgos y los aceptaba como un piloto de pruebas (...) sin riesgos no hay conocimiento (...) el mayor riesgo es no tomar riesgos" en la vida, dijo la viuda, la más elocuente de los familiares de los astronautas, quienes se retiraron del ojo público para llorar la tragedia en privado.

Quizás porque, como dijo al leer una carta escrita años después de la tragedia por su hija Kathy, una niña entonces que vio la explosión, "mi padre murió 100 veces en televisión (...) el Challenger fue una tragedia nacional, todo el mundo la vio" en directo.

Un total de 12 niños de los siete astronautas presenciaron la tragedia, dijo Scobee Rodgers, pero todos lograron rehacer sus vidas, estudiar en universidades y convertirse en profesionales.

"Nuestras vidas quedaron destrozadas", agregó, pero no por eso el programa espacial debe detenerse, Dios, dijo, "nos da la curiosidad y nos reta a hacer descubrimientos".

Para preservar el legado y la memoria de los muertos, los familiares fundaron el Centro Challenger para la Educación Espacial, una institución que fomenta la enseñanza escolar de las matemáticas, las ciencias y la tecnología mediante cursos y laboratorios en todo el país.

Además de Scobee, murieron en la tragedia el copiloto Michael Smith, a los 40 años de edad, el físico Ronald McNair (38), los especialistas de misión Gregory Jarvis (42) y Judith Resnik (37), y el astronauta Ellison Onizuka (40).

La más recordada, sin embargo, es la maestra Sharon Christa McAuliffe, de 37 años de edad, la primera civil en el espacio.

El jueves, los trabajadores de la NASA suspendieron un momento sus actividades para recordar a los fallecidos del Challenger, en tanto que otros homenajes se realizaron en todo el país, incluyendo New Hampshire (norte), de donde era la maestra McAuliffe.

Familiares de Onizuka y Jarvis asistieron a la ceremonia, pero no los de la docente, quienes apenas han hablado de la tragedia desde entonces. La maestra tuvo un hijo y una hija, y su viudo se convirtió en un juez federal en New Hampshire.

Jarvis colocó luego una ofrenda floral frente al enorme monumento de granito pulido que tiene grabado los nombres de los 24 astronautas muertos en el programa espacial.

La Tragedia

El lanzamiento del Challenger tuvo lugar el martes 28 de enero, bajo un cielo azul y una temperatura casi polar.

Todo parecía normal en los primeros momentos del vuelo, pero a los 73 segundos, a 14.000 metros de altitud, el Challenger se desintegró mientras sus cohetes propulsores seguían en ascenso y la cabina con la tripulación caía al mar a 321 km/h.

Una investigación halló que las bajas temperaturas afectaron el desempeño de una unión en uno de los cohetes propulsores, causando su separación y posterior explosión de la nave.

La tragedia fue transmitida en directo a todo el mundo. Era la primera de una nave espacial desde el accidente del Apolo I en tierra en 1961, que mató a tres astronautas durante un entrenamiento, aunque dos pilotos más murieron en aviones experimentales en 1967, como parte del programa espacial estadounidense.

No sería, sin embargo, el último: quince años más tarde el Columbia se desintegraba al ingresar a la atmósfera, matando a otros siete astronautas.
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