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Milosevic, un político cegado por la ambición y la guerra

El llamado "carnicero de Los Balcanes" tuvo una carrera ascendente marcada a fuego por el sueño de crear "la Gran Serbia".

11 de Marzo de 2006 | 10:39 | AFP

Milosevic nunca se contuvo en su meta de hacer grande a la nación serbia.
PARÍS.- El ex presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic, cuya muerte fue anunciada este sábado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya, protagonizó en la última década del siglo XX tres guerras que acabaron con la Yugoslavia construida por Josip Broz Tito.

Esos conflictos causaron más de 250.000 muertos y entre dos y tres millones de desplazados, destruyeron cientos de ciudades y dejaron un rastro atroz de violaciones, torturas y desapariciones.

El líder de Yugoslavia entre 1987 y 2000 era un político cuya silenciosa, pero desmedida ambición, le hizo llegar a ser interlocutor de la comunidad internacional al mismo tiempo que provocaba la desintegración de la Yugoslavia.

Movido por un nacionalismo exacerbado y el sueño de crear una Gran Serbia, el llamado "carnicero de los Balcanes", no dejó en sus trece años de liderazgo político de enfrentarse a las potencias occidentales.

Las guerras de Croacia (1991-95), Bosnia (1992-95) y Kosovo (1998-99), 77 días de bombardeos de la OTAN contra su país en 1999 y las sanciones internacionales no apaciguaron la ambición y arrogancia de Milosevic ni su sueño de construir la Gran Serbia.


Después de su llegada a la cárcel de La Haya, donde esperaba ser juzgado a partir del 12 de febrero, Milosevic siguió atribuyendo su salida del poder, en octubre del 2000, a un boicot de las fuerzas extranjeras contrarias a Serbia y a una conspiración interior orquestada por su sucesor, Vojislav Kostunica.

Nacido en Pozarevac (Serbia) en 1941, de padre teólogo ortodoxo y madre comunista, que se suicidaron, Milosevic, apodado "Slobo", tenía 43 años cuando entró en política en 1987.

Quienes lo conocieron decían que no tenía amigos desde que era niño, que era un mentiroso patológico y que su concepto de la vida y de la muerte era muy peculiar, tal vez debido al suicidio de sus padres. Según parece, su esposa Mira Markovic, era quien lo controlaba y quien tomó muchas de sus decisiones políticas.

La ascensión de este hombre introvertido y pésimo orador fue fulgurante. Milosevic aparece como el hombre que los serbios esperaban: neutraliza a los adversarios, en 1987 obliga a su maestro y mentor político, Ivan Stambolic a dimitir y se hace con la presidencia de Serbia.

En 1989 anula la autonomía de Kosovo otorgada por Tito en 1974 a esta provincia de mayoría albanesa. En toda Serbia se impone el culto a su persona. Ciego de ambición e impresionado por su triunfo, Milosevic empuja a sus compatriotas serbios de Croacia a proclamar la República Autónoma de Krajina y a los serbios de Bosnia a crear la "República del pueblo serbio de Bosnia-Herzegovina".

Pero los episodios sangrientos no se harán esperar. El Ejército yugoslavo convierte en ruinas la ciudad croata de Vukovar, que pasará a la historia como un símbolo de la resistencia, la ofensiva serbia contra Sarajevo, de 1992 a 1995, provocará la muerte de miles de personas; y la masacre del enclave de Srebrenica, en Bosnia, donde murieron 7.000 musulmanes, será la matanza más cruel desde la Segunda Guerra Mundial.

Inexplicablemente, Milosevic sigue siendo un interlocutor válido en el exterior y consigue firmar en 1995 los acuerdos de Dayton, en Estados Unidos, que ponen fin a la guerra de Bosnia.

Kosovo en la mira

Pero sus ansias de guerra rebrotan en Kosovo en 1998. Para evitar la limpieza étnica, miles de albaneses huyen, la OTAN interviene en 1999, bombardea durante 11 semanas Serbia y consigue que las tropas de Belgrado salgan de la provincia.

A partir de entonces, el pueblo serbio se rebela, multiplica las huelgas y vota en una elección presidencial contra su antiguo héroe y líder. El mismo pueblo que lo ensalzó, ahora lo desprecia o simplemente se lava las manos.

Serbia no pareció inmutarse cuando Milosevic fue trasladado a La Haya, a finales de junio de 2001.
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