CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II vivió las últimas fases de su vida con sufrimiento y casi privado del uso de la palabra pero sereno hasta el final, según relató Renato Buzzonetti, médico personal del Pontífice, en un libro anticipado hoy por el semanario Famiglia Cristiana.
En el volumen, titulado "Lasciatemi andare" (Déjenme ir), publicado por la editorial San Paolo, el médico recuerda cómo, al regresar el Papa al Vaticano el 13 de marzo de 2005 tras su segunda hospitalización en el policlínico Gemelli, se aseguró una presencia continua de un equipo de varios especialistas.
Este equipo médico trabajaba bajo la dirección de Buzzonetti y estaba dotado de modernos equipos.
"Todos, con corazones de humildes cirineos, ayudábamos al anciano Papa, nuestro obispo, a llevar su cruz hasta el final", escribe el médico de Karol Wojtyla.
En el libro Buzzonetti evoca los días que antecedieron al fallecimiento el 2 de abril del año pasado.
Recuerda, por ejemplo, cómo siguió el Papa el Vía Crucis ante la televisión, y su última aparición en público el 30 de marzo, sin pronunciar palabra, asomado a la ventana del estudio del Palacio apostólico.
Sus últimas horas
Miles de fieles acompañaron a Juan Pablo II durante sus últimas horas. |
Al día siguiente, Juan Pablo II, con fiebre alta, sufrió un "gravísimo shock séptico con colapso cardiocirculatorio, debido a una infección de las vías urinarias".
El Pontífice polaco, sin embargo, indicó su decisión "de permanecer en su habitación", concelebrando "con los ojos semicerrados" la misa desde su lecho y recibiendo la unción de los enfermos y la comunión.
"Las condiciones clínicas ya se habían vuelto de extrema gravedad", subraya el médico, según el cual estaban alarmantemente comprometidos" los parámetros hematológicos y metabólicos en el contexto de una insuficiencia cardiocirculatoria, respiratoria y renal".
El sábado 2 de abril el Papa empezó a perder aunque de manera "discontinua" el estado de conciencia, y sufrió "un brusco aumento de la temperatura", evoca Buzzonetti.
"Hacia las 15.30, con voz muy débil y farfullando, en polaco, el Santo Padre pidió que le dejasen ir a la casa del Señor", recuerda el galeno.
Ante los médicos, ya conscientes de que "el final era inminente", el Papa entró en coma a las 19.00, mientras "el monitor documentaba el progresivo agotamiento de las funciones vitales", escribió.
A las 20.00, "a los pies de la cama del Santo Padre en agonía", se celebró una misa. "A las 21.37 el Santo Padre expiró". El electrocardiograma plano durante veinte minutos confirmó el fallecimiento.
"Para Juan Pablo II se había cumplido la beata esperanza", concluye su médico personal.