MADRID.- El terrorismo de ETA ha sido uno de los elementos más desestabilizadores en la Historia de España desde finales de la década de 1960, cuando comenzó a utilizar la violencia como medio para conseguir la independencia del País Vasco (Euskadi, en lengua vasca).
Desde 1968, ETA ha asesinado a 851 personas, 99 de ellas en 1980, el año más sangriento de la organización terrorista, que considera "territorio de Euskadi" a las tres provincias vascas (Guipúzcoa, Alava y Vizcaya) y Navarra, en España, y a las de Baja Navarra, Lapurdi y Suberoa, en Francia.
En sus comienzos, se definió como organización socialista revolucionaria de liberación nacional, pero en la banda fue prevaleciendo el componente independentista y el uso de la violencia y el terrorismo.
ETA, sigla de "Euskadi Ta Askatasuna" (Patria Vasca y Libertad), nació entre 1958 y 1959, al reunirse en torno a ella pequeños grupos de jóvenes que se basaban en el ideario del Partido Nacionalista Vasco (PNV), de que Euskadi era la patria de los vascos.
Ya desde 1952, estudiantes nacionalistas celebraron reuniones para debatir la situación del nacionalismo vasco frente al régimen del general Francisco Franco. En la década de 1960, la acción policial desmanteló casi por completo la banda, que se dedicaba a realizar sabotajes, atracos y acciones cada vez más violentas.
En 1962, pequeños grupos de militantes de ETA se reorganizaron en su primera asamblea clandestina celebrada en un monasterio benedictino en el suroeste de Francia, a la que siguieron otras asambleas en ese país y en las provincias vascas españolas.
Violencia y muerte
El 7 de junio de 1968, ya abocada a la lucha armada, ETA se cobró su primera víctima mortal: el guardia civil español José Pardines.
Desarticulada la cúpula de la banda en 1969, 16 de sus miembros fueron juzgados un año más tarde en el denominado "Proceso de Burgos" y seis de ellos fueron condenados a muerte, aunque las penas les fueron conmutadas por reclusión mayor.
En protesta por este "proceso", ETA cometió ese mismo año su primer secuestro, aunque no fue hasta enero de 1972 cuando raptó a un empresario por motivaciones puramente económicas.
En 1973, ETA cometió en Madrid el atentado más espectacular de toda su historia al hacer volar por los aires el automóvil en el que viajaba, el 20 de diciembre, el presidente del Gobierno y sucesor político de Franco, el almirante Luis Carrero Blanco, quien falleció.
En 1974, la banda perpetraba en la capital su primer atentado masivo con la colocación de una bomba en una cafetería que mató a trece personas e hirió a ochenta.
El antentado generó un debate interno que finalizó con la escisión de ETA en dos ramas: "milis", partidarios de la insurrección popular y minoritarios, y "poli-milis", mayoritarios y que apostaban por la violencia selectiva.
Las dos ramas continuaron por separado hasta 1982 y se configuró lo que sería la dirección de ETA hasta prácticamente 1992, cuando se desarticula la cúpula.
Las décadas de 1980 y 1990 se caracterizaron por una alternancia entre atentados en establecimientos públicos, como el del supermercado Hipercor en Barcelona, que causó 21 muertos, y los ataques contra instalaciones militares y de las fuerzas de seguridad del Estado.
La estructura de ETA cambió a partir de 1983 por la aparición de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que atentaba contra etarras y simpatizantes de la banda, y el cambio de actitud en las autoridades francesas, que detuvieron a parte de su dirección en 1984.
En Argelia se iniciaron entonces los primeros contactos de etarras con enviados del Gobierno español, que fracasaron y supusieron la vuelta a las armas de ETA, tras un pequeña tregua.
Comienzo del fin
En 1992, ETA volvió a quedar descabezada con la detención en Francia de su "cúpula" directiva, lo que propició un notable descenso de su actividad.
Cuatro años después, en 1996, ETA planeó su secuestro de mayor duración, el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, liberado por la Guardia Civil tras permanecer 532 días en poder de la banda.
El 10 de julio de 1997 cometió el que se convertiría en el último de sus 77 secuestros, el del concejal del conservador Partido Popular (PP) de la localidad vasca de Ermua, Miguel Angel Blanco Garrido, que fue asesinado al cumplirse el plazo de 48 horas que la banda dio para que el Gobierno accediera a reagrupar a sus presos.
La muerte del edil de un tiro en la nuca produjo una de las mayores movilizaciones populares contra ETA, que acuñaron con el llamado "Espíritu de Ermua".
Este fenómeno, según los expertos, llevo a la banda a declarar el 16 de septiembre de 1998 una tregua unilateral e indefinida. ETA rompió la tregua un año después y el 21 de enero de 2000 materializó esa ruptura al asesinar con una bomba a un militar en Madrid.
Desde la ruptura de esa tregua, ETA ha asesinado a 46 personas y herido a más de trescientas en sus atentados, que no han causado víctimas mortales desde el 30 de mayo de 2003.