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Papa celebra misa en homenaje a Juan Pablo II

En una ceremonia religiosa celebrada en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI exhortó a los fieles a seguir las enseñanzas del difunto pontífice y "marchar sin temores en la senda de la lealtad al Evangelio".

03 de Abril de 2006 | 15:16 | AP
CIUDAD DEL VATICANO.— El Papa Benedicto XVI celebró una misa al aire libre en ocasión del primer aniversario de la muerte de Juan Pablo II, y exhortó a los fieles a seguir las enseñanzas de su antecesor.

Benedicto XVI formuló este llamado durante una solemne ceremonia religiosa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la que asistieron decenas de miles de feligreses.

"Esta noche, nuestros pensamientos se vuelven con emoción al momento de la muerte de nuestro amado pontífice, pero al mismo tiempo, el corazón nos urge a mirar hacia adelante", expresó el Papa en la homilía.

Luciendo vestimentas rojas, Benedicto XVI bendijo previamente a la multitud y besó a algunos niños, mientras se dirigía hacia la escalinata de la Basílica de San Pedro, precedido por cardenales, entre ellos Stanislaw Dziwisz, el cardenal de Cracovia, que fue durante muchos años secretario privado de Juan Pablo II.

La misa en las últimas horas de la tarde siguió a una vigilia el domingo en la noche que atrajo a miles de personas a la Plaza de San Pedro para marcar el momento preciso de la muerte de Juan Pablo II, las 9:37 de la noche del 2 de abril. Durante la vigilia, Benedicto XVI dijo a los fieles que la memoria de Juan Pablo II continuaba teniendo mucha vigencia.

Indicó que los fieles deben seguir el llamado de Juan Pablo II y "marchar sin temores en la senda de la lealtad al Evangelio" con el propósito de "ser testigos de Cristo en el tercer milenio".

Entre los asistentes a la misa había varios políticos italianos y la famosa actriz Sofía Loren.

El Papa, que trata de acelerar la beatificación de su antecesor, ha indicado en recientes homilías el sufrimiento de Juan Pablo II. El lunes, destacó su profunda fe.

"Aquellos que fueron capaces de estar cerca de él casi podían tocar con sus manos su sana y sólida fe", señaló Benedicto XVI en su homilía.

"Era una fe convincente, vigorosa, auténtica, libre de temores y de compromisos, que tocó los corazones de muchas personas gracias a sus muchos peregrinajes apostólicos alrededor del mundo y especialmente gracias a su último viaje, que fue su agonía y su muerte", dijo.
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