Este es el rostro actual del "capo de capos" según una reconstrucción digital realizada por especialistas. |
ROMA.- Final para una carrera delictiva espectacular: En su detención en una granja en Sicilia, el jefe mafioso más buscado de Italia Bernardo Provenzano no dijo una palabra. Llevaba jersey, jeans y botas cuando las unidades especiales lo rodearon, informó el periódico "La Sicilia" en su edición online. Un fuerte contraste con las leyendas que se habían formado en torno al "fantasma de la mafia".
Provenzano vivió 43 años en la clandestinidad. Una y otra vez escapaba de los investigadores. Cambiaba de escondite como de ropa interior. Varias veces fue dado por muerto. La última vez fue hace dos semanas.
Alguna vez apareció vestido de obispo. Otra, de pobre panadero. La caracterización de un ex compañero de ruta más bien parecía un acto de venganza verbal: "Dispara como un dios. Lástima que tenga el cerebro de una gallina".
Al parecer, hasta el último momento, Provenzano, de 73 años, tenía en sus manos las riendas de la Cosa Nostra siciliana y era el cerebro del narcotráfico y el lavado de dinero internacional. Fue descrito como especialmente cruel y sanguinario, como de personalidad arcaica y “padrino” a la vieja usanza.
Declaró los contactos con los políticos y las concesiones de obras públicas -una fuente de ingresos esencial de la "honorable sociedad"- como un asunto de primordial importancia.
Clandestinidad
Tras varios asesinatos de rivales, en 1963 pasó a la clandestinidad. En verano de 1992, aparentemente participó en el asesinato del juez antimafia Paolo Borsellino.
A principios de 1993, cuando el entonces jefe supremo y asesino múltiple Toto Riina fue detenido, "U Tratturi" (El tractor), como bautizaron a Bernardo Provenzano, asumió la jefatura de la Cosa Nostra.
Una y otra vez cambió de escondite. A sus seguidores les enviaba notas con órdenes que acababan con la amenaza: "Ocúpense de no ponerme en ridículo".
En su detención, llevaba una de estas notas en el bolsillo de su jean, según "La Sicilia".
Mientras tanto, el "fantasma de la mafia" se encuentra en un lugar secreto. "Don Binnu" no confiaba en nadie y evitaba el contacto directo, según informaron los investigadores: "Tenía de nacimiento un instinto animal para el peligro".
El hombre sin rostro
Durante mucho tiempo, la policía no sabía en absoluto qué aspecto tenía Provenzano. La única foto que se tenía de él era de 1959 y mostraba el rostro de un joven con expresión de no haber matado una mosca.
Luego hubo un retrato digital, pero en su elaboración participaron mafiosos detenidos, es decir, ex cómplices.
Se dice que durante una época la esposa de Provenzano y sus dos hijos, Angelo y Paolo, vivieron en Alemania. Luego, en los 90, regresaron a su patria: a Corleone, que entonces era el bastión de la mafia siciliana, cerca de Palermo.
Una vez el "padrino" Provenzano apareció vestido de obispo a un encuentro de la Cosa Nostra. Luego de que el chofer abriera la puerta, bajó del coche en su larga sotana negra, relató una testigo ocular ante la Justicia. El disfraz no gustó a todos los participantes. Algunos lo consideraron una blasfemia.
También en octubre de 2003, viajó a una operación de próstata a la ciudad francesa de Marsella en un coche con chofer, informaron los diarios italianos.
Una vez llegado a la meta, se hizo pasar por un panadero pobre de Sicilia. Y eso que el capo seguía ingresando millones, como aseguró el diario "La Repubblica" en base a un "libro de contabilidad" de la mafia hallado hace poco.