CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Benedicto XVI presidió los ritos del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro, unas horas antes de participar en el legendario Vía Crucis del Coliseo de Roma.
"Oremos", dijo Benedicto en latín al comenzar la misa al final de la tarde. El pontífice, que cumplirá 79 años el domingo, rezó de rodillas en la basílica, a la que atendieron cardenales, otros clérigos y miles de fieles.
Los oficios del Viernes Santo recuerdan el sufrimiento en la cruz y la muerte de Jesucristo.
La homilía fue conducida por el clérigo personal del Papa, el sacerdote franciscano Raniero Cantalamessa.
Al caer la noche, miles de peregrinos y turistas se reunirían en el Coliseo de Roma, donde el Papa cargaría una cruz al comienzo y final de la procesión, recordando las últimas horas en la Tierra del hijo de Dios.
En la pasada Semana Santa, por primera vez en sus casi 27 años de papado el agonizante Juan Pablo II no participó en la tradicional procesión iluminada por antorchas. El Pontífice observó el ritual por televisión desde su residencia en El Vaticano, mientras las oraciones las dirigía el cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien un mes después se convertiría en el nuevo Papa.
En otros lugares del mundo los católicos celebraron la muerte de Jesucristo con otros rituales. En San Pedro Cutud, Filipinas, al menos siete fieles voluntarios fueron clavaron en manos y pies a cruces para recordar el sacrificio el hijo de Dios.
Este rito, admirado por turistas 70 kilómetros al norte de Manila, no es aprobado por la iglesia católica de Filipinas, la nación con mayor población católica en el Sur de Asia.
Según los organizadores, los crucificados hacen el sacrificio para arrepentirse de pecados, rezar por un pariente enfermo o pagar una promesa. Como precaución, los clavos son sumergidos en alcohol para prevenir infecciones.