Todd Russell y Brant Webb salieron sonrientes de la mina. |
BEACONSFIELD, Australia.- Después de estar dos semanas atrapados a casi un kilómetro de profundidad, dos mineros salieron vivos en la mañana de la más rica mina de oro de Australia en el poblado de Beaconsfield.
Todd Russell, de 35 años, y Brant Webb, de 37, salieron de la mina en la madrugada, saludados por una multitud reunida en el pequeño poblado de Beaconsfield, en la isla de Tasmania.
Los habitantes fueron despertados por las campanas de la iglesia, echadas al vuelo por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Sonrientes y caminando sin asistencia, los dos hombres se echaron en brazos de sus familiares.
"No me pueden matar", exclamó Webb radiante.
"El gran escape"
Los dos "salvados por milagro" como los llamó la prensa, repartieron tarjetas de visita donde podía leerse "El Gran Escape".
"A todos los que nos ayudaron y apoyaron a nosotros y a nuestras familias, estamos impacientes por darles la mano... Decirles gracias no es suficiente", estaba escrito en las tarjetas.
Los dos hombres estaban atrapados desde el 25 de abril, cuando un sismo provocó el derrumbe de una galería a 925 metros de profundidad.
Si pudieron salvarse fue sólo gracias a que se encontraban en una jaula metálica que los protegió de las rocas.
Durante cinco días, sobrevivieron lamiendo el agua que corría por las paredes de la mina, antes de ser ubicados.
Un conducto fue perforado entonces para poder enviarles alimentos y agua. No obstante fue necesario aún excavar en la roca, en algunos lugares cinco veces más dura que el concreto, para poder extraer a los dos hombres.
"Puedo ver vuestra luz", gritó uno de los socorristas en la etapa final de los trabajos. "Yo también puedo ver su luz", le respondieron Russel y Webb.
Impactante estado de salud
A pesar de todo, los mineros salieron en tan buen estado de salud que en un momento los curiosos pensaron que eran miembros de los equipos de socorro.
"Quedé sorprendido cuando salieron, creí que formaban parte de los equipos de socorro", recordó el doctor Stephen Aire, del hospital Laucenston.
Webb salió del hospital sólo unas horas después, pero su compañero se quedó más tiempo, lo necesario para comerse un buen desayuno con huevos y un bife.
"Sólo quiero decir cómo todo el país descansó", declaró el Primer Ministro John Howard, estimando que la ola de solidaridad provocada por la situación de los mineros era "la demostración de la camaradería australiana".
No obstante, la felicidad estuvo empañada por una nota triste. Este mismo día era enterrado Larry Knight, conductor de la máquina donde se pudieron proteger los dos sobrevivientes.
Unas horas después de haber salido de la galería, Russel insistió en participar en los funerales de su camarada.
Un centenar de motoristas acompañó los restos de la víctima hasta el cementerio, encabezados por uno de ellos que conducía la Harley Davidson del difunto.