Una rígida ley islámica impera en Arabia Saudita, donde las mujeres utilizan la burka que las cubre de pies a cabeza. |
DUBAI.- Arabia Saudita lanzó una campaña sin precedentes para atraer a turistas no musulmanes, a los que promete una experiencia única, hasta una "vida nocturna", en esta monarquía ultraconservadora que prohíbe el alcohol y las actividades mixtas.
"Prometemos una experiencia que le llegará al corazón y al espíritu (...) y una vida nocturna", declaró el príncipe sultán Ben Salmane, que preside la alta comisión saudita para el turismo, en una reciente conferencia de prensa al margen de un salón turístico en Dubai.
"No tenemos nada que ocultar, vamos a abrir las puertas para que el mundo pueda ver" el reino, expresó el príncipe, puntualizando, eso sí, que vida nocturna significa para los saudíes actividades en familia, no fiestas a la occidental.
Los sauditas son conocidos por sus picnics nocturnos, en los que se fuma el narguile, y se consumen grandes cantidades de café amargo y té.
Para promover el turismo en Arabia, donde se encuentran los dos principales lugares santos del islam, en La Meca y Medina (oeste), así como importantes emplazamientos arqueológicos, las autoridades tomaron disposiciones para facilitar la obtención de visados, que serán expedidos pasando por tours-operadores homologados por la alta comisión.
El príncipe Sultán prometió que la concesión de un visado tomará 24 horas, un plazo récord en Arabia Saudita, donde obtener un simple visado puede tardar meses, y eso cuando se concede.
Las autoridades sauditas son muy claras acerca del tipo de turismo que quieren.
El príncipe Sultán precisó que se trata de turistas "de primera clase", turistas "auténticos", que "paguen por los programas turísticos que se proponen".
Esto se refiere "por supuesto a los no musulmanes", porque los musulmanes visitan regularmente el reino para cumplir la Omra (pequeña peregrinación) o el Haj, dos ritos que atraen a millones de personas todos los años, explicó.
El príncipe estima que "un 70% de turistas buscan un turismo centrado en la cultura y en la herencia tradicional", e indicó que el reino crearía "nuevos destinos", como pueblos tradicionales para restaurar o construir, y realzaría sus emplazamientos históricos y paisajes naturales.
Arabia posee, en el mar Rojo, "playas de las más hermosas del mundo para practicar el submarinismo", y el gran desierto de "Rubh al Jali" (sureste) es un paraíso para los amantes del 4x4, dijo.
La imagen del reino en el mundo se resiente de la rígida interpretación de la Charia (ley islámica) vigente en el país y de la implicación de numerosos saudíes en casos de terrorismo, empezando por Osama bin Laden, el jefe de Al Qaeda.
Pero Arabia, que adhirió en diciembre a la Organización Mundial del Comercio (OMC), también es un país en plena transformación y con una juventud que quiere jugar a toda costa el juego de la mundialización.
Además de los millones de peregrinos, el reino podría atraer millón y medio de turistas a finales del próximo decenio, estimó el príncipe Sultán.
El turismo podría contribuir, dijo, en un 18% al Producto Interno Bruto (PIB) del país hacia el año 2020, dentro de un esfuerzo de diversificación de los ingresos del reino, que sigue dependiendo mucho del petróleo, del que Riad es primer exportador mundial.
Arabia Saudita quiere invertir miles de millones de dólares en infraestructuras turísticas y acabar con el monopolio de la compañía aérea nacional en los trayectos domésticos.
El desarrollo del turismo seguirá siendo tributario de la evolución de la situación de la seguridad en el reino, un país comprometido desde 2003 en una guerra implacable contra los seguidores de Al Qaeda, que han cometido numerosos atentados mortíferos.