SAO PAULO.- Sao Paulo amaneció hoy bajo un clima de tensión, luego de una nueva madrugada de terror por la ola de ataques lanzados por el crimen organizado, que provocaron al menos 52 muertos, según las últimas cifras oficiales.
El estado más poblado y desarrollado de Brasil vivió otra jornada de violencia, con nuevos ataques contra blancos policiales lanzados por el Primer Comando de la Capital (PCC), el grupo más poderoso del crimen organizado paulista.
Los últimos ataques se produjeron entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, en ciudades del interior paulista como Sao José de Rio Preto, Sao Vicente, Itapecerica da Serra, Araquara y Sao Bernardo do Campo, en el Gran San Pablo.
Dos agentes carceleros fueron asesinados a balazos en la calle, y fueron atacadas bases de la policía y un penal agrícola.
A más de 36 horas de los primeros ataques, las autoridades contabilizan al menos 74 acciones armadas en todo el estado, y más de 20.000 presos amotinados en 18 prisiones, con 174 rehenes en su poder.
El PCC organizó los ataques en reacción a la decisión de las autoridades de trasladar a 755 presos que integran la banda a una cárcel de máxima seguridad en el interior del estado, con la intención de aislarlos y evitar motines coordinados.
El gobernador de Sao Paulo, Claudio Lembo, dijo que las autoridades sabían que las transferencias, que incluyeron al máximo jefe del PCC, Marcos Willians Herba Camacho, alias Marcola, traerían "consecuencias".
"Pensamos en todas las posibilidades, y también en los riesgos que podríamos correr. Pero era necesario combatir lo que estaba sucediendo", dijo Lembo.
Policías, guardias civiles, bomberos, y hasta un empleado civil de la policía y la novia de un agente están entre las víctimas de los ataques, que comenzaron la noche del viernes contra comisarías, patrullas y penales.
Varias víctimas fueron baleadas en la calle, en restaurantes, plazas y hasta en una casa de alquiler de videos.
En los ataques murieron 18 policías, tres guardias civiles, seis agentes penitenciarios y un civil. Según la secretaría de Seguridad paulista, 17 sospechosos de participar en los ataques fueron detenidos, y ocho murieron en choques armados.