Policías pasan frente al autobús que fue robado por un bandido y quemado en la carretera Presidente Dutra en el estado de Sao Paulo. |
SAO PAULO.- Una de las más notorias pandillas de Brasil lanzó el domingo otra andanada de ataques repentinos al estilo de guerrillas urbanas contra instalaciones policiales y elevó al menos a 74 el número de muertos por la violencia en dos jornadas que expusieron el grado de organización de los delincuentes en el estado más rico del país.
Al mismo tiempo, las autoridades informaron sobre un aumento de rebeliones en presidios. Sólo el domingo estallaron 39 motines en otras tantas prisiones en el estado, cuyo tamaño es equivalente al de Francia y su población es de cerca de 40 millones.
Con este último número, los motines carcelarios habían afectado a 57 penitenciarías desde el viernes por la noche, más de un tercio de las 144 prisiones en toda la región.
Los presos retenían a unos 260 rehenes, pero las autoridades no los consideraban como tales pues habían ingresado a los penales sólo para expresar solidaridad con los alzados, no habían recibido malos tratos y no querían dejar los locales, dijo Jorge de Souza, portavoz del departamento de prisiones del gobierno estatal.
En la noche, el sitio en Internet del diario Folha de S. Paulo informó que el total de muertos desde el viernes era de 55 y que sólo en la tarde del domingo 10 autobuses habían sido quemados por bandidos que ordenaron a los pasajeros dejar los vehículos antes de incendiarlos. La información no pudo ser confirmada de inmediato por las autoridades.
El portavoz del departamento de seguridad pública de Sao Paulo, Enio Lucciola, dijo que la oleada de ataques "fue la peor y más mortal de la historia de Brasil".
Los Ataques
Los ataques y motines fueron coordinados por el grupo criminal Primer Comando de la Capital para que sucedieran casi simultáneamente, según las primeras interpretaciones de las autoridades.
Los ataques aparentemente fueron en respuesta a la transferencia e incomunicación de cabecillas del PCC dispuestos por las autoridades para impedir reuniones entre presos y pandilleros que se encontraban en libertad. Su magnitud fue tal que los diarios calificaron los episodios como una "guerra urbana".
Había ocho cabecillas del PCC entre los 765 presos transferidos a una remota cárcel de máxima seguridad en el extremo occidente del estado de Sao Paulo. Entre los cabecillas estaba Marcos Williams Herbas Camacho, de 38 años, uno de los líderes del PCC.
La oficina de prensa del gobierno dijo que el PCC llevó a cabo por lo menos 100 ataques el viernes, sábado y domingo que dejaron 35 policías muertos, la novia de uno de ellos, dos transeúntes y 14 presuntos pandilleros.
Los ataques y tiroteos también dejaron 50 heridos —36 policías, ocho transeúntes y seis sospechosos— dijo la oficina de prensa del gobierno estatal.
Por lo menos 16 sospechosos fueron detenidos.
Medidas
Las autoridades dispusieron el máximo grado de alerta policial y el gobierno federal dijo que se aprestaba a brindar ayuda.
Mientras las autoridades del estado aún no deciden si aceptan la participación federal, el despliegue de las bandas criminales se constituía en el mayor desafío criminal en todo Brasil y exhibía la vulnerabilidad de las fuerzas policiales para frenarlo.
Policías con chalecos antibalas instalaron retenes en diversos lugares de la ciudad donde registraban vehículos en busca de armas. Barreras colocadas frente a las comisarías impedían que se acercaran peatones o vehículos. La televisión mostró varios patrulleros policiales acribillados y las ventanas rotas de una comisaría atacada.
Los pandilleros atacaron comisarías, vehículos policiales, bares frecuentados por policías que no están de servicio, además de un tribunal en el barrio paulista de Santana y un puesto policial en las afueras.
La prensa local informó que los atacantes usaron pistolas, escopetas, granadas, metralletas y bombas de fabricación casera. Las bandas atacaban a sus blancos y escapaban protegidas por la complejidad urbana de Sao Paulo.
"El PCC declaró guerra al estado de Sao Paulo", escribió en el diario Folha de Sao Paulo Walter Maierovitch, quien colaboró con las Naciones Unidas para una convención sobre el crimen organizado. "Como las organizaciones terroristas fundamentalistas... y también como las facciones de la mafia, el PCC emplea la estrategia de atacar y ocultarse".
Los pandilleros del PCC realizaron sus ataques en Sao Paulo y sus suburbios, en ciudades de la costa como Santos, Guarujá y Cubatao y en ciudades a más de 300 kilómetros de Sao Paulo.
Fundado en 1993 por presos de la Penitenciaría de Taubate, en Sao Paulo, el PCC trafica en armas y drogas, además de perpetrar asaltos a bancos, secuestros y fugas y motines carcelarios, según la policía.
Durante un período de 10 días en noviembre del 2003, el PCC atacó medio centenar de comisarías con metralletas, bombas caseras, escopetas y pistolas, con un saldo de tres agentes muertos y 12 heridos. Dos presuntos pandilleros también murieron.