CIUDAD DEL VATICANO.- Benedicto XVI imploró hoy la unidad de todos los cristianos, expresó su satisfacción por la reunión que la comisión para el diálogo entre ortodoxos y católicos celebrará en septiembre en Belgrado y recordó que en noviembre viajará a Estambul para reunirse con el Patriarca de Constantinopla.
El Papa abogó por la unidad durante la misa solemne que celebró en la basílica vaticana en la festividad de San Pedro y San Pablo, en el posterior ángelus y en la audiencia que concedió a la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla que acudió al Vaticano para la fiesta de los fundadores de la Iglesia de Roma.
Como es tradición, todos los años el Patriarcado Ecuménico con sede en Estambul envió a varios representantes a Roma y en la festividad de San Andrés, patrón de la Iglesia ortodoxa, el 30 de noviembre, el Vaticano envía una delegación a Estambul.
Este año acudieron a Roma el metropolita (arzobispo) de Pérgamo, Ioannis, que es también copresidente de la comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos; el obispo de Diokleia, Kallistos, y archimandrita (dignidad eclesiástica) Dionysius Papavasileiou.
Benedicto XVI, que rezó con ellos ante la tumba de San Pedro, en la cripta vaticana, expresó su alegría por la visita y por la reunión de septiembre en Belgrado.
"El diálogo reanuda su camino con una nueva etapa. Surge espontáneo el deseo de rezar para que el Espíritu Santo ilumine nuestros corazones y refuerce la voluntad común de rezar al Señor para que los discípulos de Cristo, unidos en la fe, anuncien juntos su Evangelio en el mundo entero, para que todos crean en El y todos se salven", afirmó Ratzinger.
El Pontífice recordó que ha aceptado la invitación de las autoridades turcas, del Patriarcado y de la comunidad católica turca para visitar Estambul en noviembre con motivo de la festividad de San Andrés y que espera poder realizar la visita.
Pablo VI y Juan Pablo II también visitaron el Fanar, la sede del patriarcado ortodoxo.
Las iglesias de Oriente y Occidente se separaron con el cisma religioso de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario. Desde entonces han pasado casi mil años de incomprensiones y recelos.
Los ortodoxos acusan a Roma de ser culpable de que en 1453 Constantinopla cayera en manos de los otomanos, poniendo fin al Imperio Bizantino.
El teólogo católico griego Yannis Spiteris recordó con motivo del viaje de Juan Pablo II a Atenas en 2001 que, ya antes de la caída de Constaninopla, se decía que era "mejor el turbante turco que la tiara del Papa".
Además le separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos griegos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.
Los ortodoxos no reconocen tampoco la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia Católica que sí reconoce, desde el Concilio Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.
Los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios, hasta ahora, bajo su control.
Juan Pablo II decía que la separación es un "escándalo" que quita credibilidad a los cristianos a la hora de divulgar el Evangelio y visto que el primado de Pedro es uno de los escollos en varias ocasiones se mostró dispuesto a que teólogos y expertos discutieran ese tema para buscar una solución aceptada por todos.