SAN PABLO.- Al menos seis personas murieron, entre ellos policías y vigiladores privados, a causa de una ola de 70 ataques durante la madrugada de hoy por parte del grupo criminal Primer Comando de la Capital (PCC) en el estado de San Pablo, el más rico de Brasil, que incluyó tiroteos contra supermercados, bancos y tribunales, además de 29 ómnibus incendiados.
La ofensiva fue lanzada exactamente a dos meses (desde el 12 al 19 de mayo) del inicio de la ola de violencia contra la policía de San Pablo por el PCC.
En esa ocasión 40 policías murieron y la represión policial dejó unos 180 muertos, 85 de los cuales vinculados supuestamente con la organización criminal.
En un comunicado ofrecido esta noche, la secretaría de seguridad de San Pablo informó que los muertos confirmados son 6 y que los ataques fueron 70, incluidas concesionarias de venta de automóviles.
El presidente Luiz Lula da Silva pidió "mayor actitud" al gobierno de San Pablo para detener el poder de la comandancia del PCC, a la vez que ofreció por tercera vez ayuda de tropas federales para el gobierno estadual.
"El refuerzo policial no es oportuno ni necesario. El agente de seguridad paulista es el mejor preparado y el mejor equipado", le respondió el gobernador Claudio Lembo, del opositor conservador Partido del Frente Liberal (PFL), que apoya al candidato rival de Lula en las elecciones de octubre, el ex gobernador paulista Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Según informaron fuentes policiales, la ola de ataques del PCC se inició tras la detención, el martes por la noche, de uno de los "generales" del grupo criminal, Emivaldo Silva Santos, conocido como BH, en Sao Bernardo do Campo, en el Gran San Pablo, cuando retornaba de la playa en su automóvil Audi.
BH, de 30 años, y su esposa, según la policía, habían recibido la orden de asesinar a agentes penitenciarios enemigos declarados del PCC por parte de Marcos Camacho, Marcola, el líder del grupo detenido en una cárcel de máxima seguridad del norte del estado de San Pablo.
Sao Bernardo do Campo (donde vive el presidente Luiz Lula da Silva) y Diadema son dos municipios del cordón industrial de San Pablo, donde el tráfico de drogas es manejado por Edilson Borges Nogueira, Biroska, quien está en prisión.
"BH representa el poder político del PCC mientras que Biroska el económico", dijo el comisario Marco Antonio de Paula Santos, de la Delegación Policial de Sao Bernardo do Campo.
El secretario de Seguridad de San Pablo, Saulo de Castro, dijo en conferencia de prensa que cinco personas fueron detenidas a causa de los ataques contra el estado.
El ataque más grave se produjo en la zona norte de la ciudad de San Pablo, donde poco después de la medianoche hombres armados mataron a balazos al policía Odair José Lorenzi, frente a su casa, en una favela del barrio Vila Nova Cachoeirinha.
La hermana del policía, Rita de Cassia Lorenzi, de 39 años, se asomó a la ventana al oír los disparos y también fue baleada y también murió.
En el balneario de Guarujá, a 87 kilómetros de San Pablo, dos guardias privados fueron asesinados a balazos en el barrio de Morrinhos, por hombres que escaparon en bicicletas.
A partir de finales de junio, los ataques comenzaron a tener como blancos agentes penitenciarios, y desde entonces 15 de ellos fueron asesinados, y otros dos escaparon a intentos de homicidio.
El martes, el hijo de un agente penitenciario fue muerto en la zona sur de San Pablo, cuando dejaba su casa.
La ciudad, de vacaciones de invierno para los estudiantes y gran parte de la administración pública, redujo su habitual índice de congestionamiento de tránsito, aunque a diferencia de los ataques de mayo, esta vez los comercios permanecieron abiertos en las zonas céntricas.
Durante la madrugada, dos supermercados fueron baleados, uno en el barrio de Bela Vista -Compre Bem-, y otro en la exclusiva área de Higienópolis -de la cadena Pao de Açucar-: los atacantes dejaron carteles en las puertas de los centros comerciales con la leyenda "Contra la opresión en las cárceles", al lado de los anuncios de ofertas de productos que ofrecen esas cadenas.
Una recorrida de ANSA por la ciudad de San Pablo permitió observar que las sedes policiales tienen cordones de seguridad, con algunas calles cortadas que impide el acceso a las comisarías, sobre todo en la región del centro, cerca de la Catedral da Sé, y del barrio de Santa Cecilia.
Policías con armas largas están de guardia en las puertas de las comisarias.
Esta nueva ola de ataques del PCC se produce luego de que en junio fueran asesinados ocho agentes penitenciarios.
La situación en las cárceles paulistas se agravó en los últimos días, con rebeliones de presos que reclamaban mejoras en las condiciones de detención.
El gobierno de San Pablo envió, el 14 de mayo, una misión para conversar en prisión con Marcola, el jefe del PCC, tras lo cual fue disminuyendo la ola de ataques que puso de rodillas al estado más rico de Brasil y a la ciudad más poblada de América del Sur.