Relato de chilena atrapada en Líbano
La noche cae sobre Líbano y con ello aumenta el temor de la chilena Lilian Pizarro. (Foto: EPA/EFE). |
SANTIAGO.-
"Ahora se están acercando las bombas... ¡Me quiero ir, me quiero ir!", dice con la voz temblorosa, al otro lado de la línea telefónica, la chilena Lilian Pizarro Chernay. Mientras habla, el miedo que siente se traspasa especialmente cuando cuenta que se acerca la noche, todos los caminos están cortados, los aviones israelíes van pasando por el aire y "están bombardeando más cerca" de su casa.
Ella, junto a su marido y a sus tres hijas de 13, 15 y 17 años, llegó a Nabatir, una ciudad distante a media hora de Beirut, hace poco más de un mes. Su intención era disfrutar de unas merecidas vacaciones en la casa de sus suegros libaneses y regresar a Chile, a su hogar en San Miguel, el próximo 23 de julio.
Pero la ofensiva militar israelí, desatada este miércoles después de que miembros de Hezbollá secuestraran a dos soldados judíos, ha oscurecido todo su panorama.
Lo único que Lilian desea ahora es escapar, salir de ese lugar como sea posible. Dice que ha llamado a la Embajada chilena en Líbano, pero que no han podido darle una solución, ya que el aeropuerto está cerrado debido a los bombardeos que ha sufrido. Sólo en agosto, según le explicaron, podría salir por vía aérea.
"No quiero desesperar a mi familia, no quiero que se preocupen. Que sea lo que Dios quiera y si las autoridades chilenas realmente pueden hacer algo que lo hagan. Es lo único que espero de ellos en estos momentos. Son los únicos que me pueden sacar", afirma resignada.
"En estos momentos no podemos salir. Si sigue así acercándose no podemos salir", reitera Lilian en conversación con Emol.
"Estoy encerrada por todas partes", agrega, al comentar que carece de pasaporte sirio y que por lo tanto no puede escapar hacia Siria, el país más cercano.
Y tampoco tiene cómo comunicarse con su familia en Chile, ya que el contacto telefónico se ha vuelto difícil y tampoco cuentan con servicios de Internet. Hoy apenas tienen luz de batería y algunos alimentos que pudieron comprar en un local que se atrevió a abrir sus puertas.
Sin refugio
Ayer, el miedo se hizo más fuerte en Lilian cuando supo que en el vecindario siguiente al suyo una familia completa, formada por ocho niños y dos adultos, murió tras recibir una bomba.
Hoy, aunque no suenan las sirenas de emergencias, los aviones israelíes siguen pasando sobre el techo de su casa hacia las montañas que están siendo atacadas.
"De repente se siente bajito, de repente alto, depende. En todo momento pasan y después se siente el ruido" de las explosiones, cuenta.
Desde el hogar de sus suegros, donde hay 15 personas, se ve el humo que sale de las colinas, distantes a poco más de dos cuadras. Algunos de sus vecinos se han escondido al interior de sus garajes, pero Lilian y su familia no tiene dónde refugiarse.
Por eso dice que envidia a los chilenos que están tan lejos del conflicto. Y por eso sólo pide que las autoridades chilenas realicen las gestiones que estén a su alcance para poder volver a reunirse junto a su madre, lo antes posible, en Santiago.