BAGDAD.- Francotiradores apostados en un cementerio y en tejados de edificios abrieron fuego contra una procesión chiita, matando a por lo menos 17 personas y dejando heridas a otras 253, informaron las autoridades iraquíes, quienes agregaron que cuatro francotiradores fueron abatidos.
"Los ataques terroristas contra los peregrinos se perpetraron cuando recorrían áreas sunitas", en camino al santuario del imán Mousa Kadim, construido en el siglo VIII, dijo a The Associated Press el portavoz del Ministerio de Salud, Kasim Alaui.
El vocero del ministerio del Interior, coronel Saddoun Abu al-Ula, dijo que 17 peregrinos murieron y 253 resultaron heridos durante los ataques en los distritos de Fadil, Haifa y Salig, que circundan Kazimiya, en el norte de Bagdad, donde se ubica el santuario.
Fadhil al-Sharaa, asesor del primer ministro Nuri al-Maliki, un chiita, dijo que alrededor de un millón de personas asistieron a las ceremonias. Pero otros funcionarios manifestaron que la cifra era de entre 200.000 y 300.000 personas.
Los episodios de violencia se registraron pese a que fueron emplazados miles de soldados y a que el gobierno prohibió la circulación vehicular a fin de evitar ataques con explosivos.
En un vecindario, las fuerzas de seguridad y varios milicianos chiitas se enfrentaron a tiros con atacantes que disparaban desde viviendas y edificios. Algunos francotiradores disparaban desde detrás de las lápidas de un cementerio sunita, afirmaron las autoridades.
La violencia no era del todo inesperada dados los enfrentamientos persistentes entre sunitas y chiitas. Junto con la insurgencia sunita, esos choques sectarios se han convertido en el desafío principal del gobierno de unidad nacional y de su aliado, Estados Unidos.
Hay temores de que la violencia, que cobra unas 100 vidas diariamente, pueda llevar a un estado general de guerra civil.
Cerca de Kazimiya, los chiitas corearon: "Alá bendiga a Mahoma y a sus descendientes", mientras llegaban de todos los rincones de Bagdad hasta el santuario.
Los chiitas creen que Kadim, uno de los 12 santos de su rama religiosa, quien falleció en el 799, fue envenenado en prisión por un califa sunita. El imán está sepultado junto con su nieto dentro del recinto, coronado por una cúpula dorada.