WASHINGTON.- La fiscalía de Colorado, que optó por traer a bombo y platillo a John Mark Karr desde Tailandia pensando que había solucionado el difícil caso del asesinato de JonBennet Ramsey, está ahora inmersa en un mar de críticas.
No tienen asesino, el caso está más turbio que nunca y se han traído desde el otro extremo del mundo a un hombre que ahora enviarán a California para que sea juzgado de cinco casos de pornografía infantil.
La jueza Roxanne Bailin ordenó hoy que Karr sea enviado a California antes del próximo 13 de septiembre para ser juzgado de cinco cargos de pornografía infantil que datan del 2001.
De ser declarado culpable, Karr puede ser condenado a un año en prisión y una multa de al menos 2.500 dólares.
En Colorado se buscan "culpables" de este fiasco y, en primera instancia, las miradas coinciden en la fiscal, Mary Lacy, quien, consciente de que muchos la quieren hacer pagar el error -y hasta echarla del estado-, defendió hoy la forma en que su equipo decidió traer a Karr desde Tailandia.
Lacy aseguró hoy que no cambiaría nada salvo, quizá, mantener a distancia a los medios.
Agregó que se apoyó en los consejos de un psicólogo forense, quien le advirtió de la peligrosidad de Karr, un maestro de 41 años que, al parecer, en el peor de los casos y según los expertos, va a necesitar un extenso tratamiento siquiátrico por la magnitud de sus fantasías y obsesiones con el caso de la niña JonBennet Ramsey.
A manera de mea culpa, Lacy reconoció que es la única responsable de la decisión de la fiscalía al detener a Karr en Tailandia.
Su disculpa pública, sin embargo, no parece que vaya a convencer al gobernador republicano Bill Owens, quien ha dicho que, por culpa de Lacy, las autoridades "realizaron la prueba de ADN más costosa y extravagante de la historia de Colorado".
La investigación de Karr costó al gobierno estatal al menos 9.300 dólares, según Lacy, y, a cambio, las autoridades sólo consiguieron una detallada historia, más propia de un talentoso escritor de novelas de intriga.
Trajeron a Karr en primera clase desde Tailandia y, desde el primer momento, la prensa se hizo eco, una y otra vez, del magnífico trato y del suculento menú que, a cuenta del erario público, se sirvió en el avión al supuesto asesino.
Ahora, confirmada su inocencia, todo el mundo quiere depurar responsabilidades.
De todas formas, Lacy no ha sido la única engañada por las fantasías de Karr a lo largo de los diez años transcurridos desde el asesinato de la pequeña durante los cuales ha habido varios sospechosos, entre ellos los propios padres de JonBennet.
El fiscal adjunto, Peter Maguire, señaló que Karr "confesó su crimen, en numerosas ocasiones y con lujo de detalles", en correos electrónicos, por teléfono y en persona con las autoridades.
"Ha sido un caso extraño y la persona que cometió este crimen actuó de forma extraña", enfatizó Maguire.
Karr dijo en Bangkok que él estuvo con la niña la noche que fue asesinada en el sótano de la mansión de sus padres, en Denver, el 26 de diciembre de 1996.
Pero su ex esposa y su familia insistieron desde el principio en que Karr no es ningún asesino y rápidamente proporcionaron a las autoridades fotos con caras sonrientes en una fiesta navideña en Atlanta (Georgia) en ese mismo año. Karr no aparece en las fotos, pero su padre dijo que sus nietos jamás viajaban sin él.
Ahora, la fiscal de Colorado tiene que seguir defendiendo la controvertida decisión que adoptó al confundir las fantasías de Karr con la realidad de un caso más enmarañado que nunca.