bERLÍN.- El ex canciller alemán Gerhard Schroeder considera que el grave problema del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, es que considera que sus decisiones políticas son un resultado directo de su diálogo con Dios, lo que lo hace intolerante ante la crítica.
En uno de los pasajes de sus memorias, que serán publicadas la próxima semana y que hoy adelanta la revista "Der Spiegel1, Schroeder recuerda su encuentro con Bush en Berlín en el 2002, en el que se extrañó por la insistencia del Presidente estadounidense en presentarse como un hombre temeroso de Dios, aunque reconoce que la atmósfera de la reunión fue agradable.
"Puedo entender cuando alguien es creyente y ordena su vida privada en diálogo con Dios, es decir a través de la oración", dice Schroeder.
"El problema que tengo hacia esa actitud -añade- empieza cuando se da la impresión de que las decisiones políticas son el resultado de las conversaciones con Dios. Quien legitima decisiones políticas de esa manera, no puede permitir que estas cambien o se relativicen a través de la crítica o del diálogo con otros".
Schroeder concluye ese pasaje defendiendo la separación entre la Iglesia y el Estado, y añade que en Occidente se crítica, con razón, la mezcla entre lo religioso y lo secular en el mundo árabe, pero se tiende a pasar por alto que en EE.UU., con el fundamentalismo cristiano, hay una tendencia que apunta en la misma dirección.
"Si las dos partes pretenden estar en posesión de la única verdad válida, entonces no queda casi margen para soluciones pacíficas", agrega.
Las relaciones entre Schroeder y Bush se enfriaron después de que el político alemán, tras apoyar la guerra en Afganistán y ofrecer en reiteradas ocasiones su "solidaridad ilimitada" a Estados Unidos, se pusiera a la cabeza de quienes se opusieron a la guerra contra Irak.