BAGDAD.- El ex Presidente de Irak, Saddam Hussein, podría ser condenado a muerte el domingo por las ejecuciones, en los años 80, de 148 chiitas de una localidad al norte de Bagdad, durante la guerra contra Irán.
Hussein, de 69 años, y los otros siete acusados son juzgados por la muerte de 148 chiitas en Dujail, a 60 kilómetros al norte de Bagdad, asesinados en los meses que siguieron al ametrallamiento del convoy del ex Presidente cuando visitaba la localidad en 1982.
El juicio se desarrolló del 19 de octubre de 2005 al 26 de julio de 2006 ante el Alto Tribunal Penal, con sede en el barrio fortificado de la zona verde de Bagdad.
Al principio el proceso lo presidió el juez Rizkar Amin, que dimitió tres meses después tras las críticas que recibió por su falta de firmeza con los acusados; le sucedió un juez kurdo, Rauf Rachid Abdel Rahman.
Ocho meses después del inicio del juicio, el fiscal general, Jaafar al Mussaui, pidió el 19 de junio la pena de muerte para Saddam Hussein, al que considera directamente responsable de la ejecución de los chiitas.
También ha pedido la misma pena para el medio hermano de Hussein y jefe de los servicios de inteligencia en aquella época, Barzan al Tikriti, y para el ex vicepresidente, Taha Yassin Ramadan.
Ramadan formaba parte del círculo de íntimos de Saddam Hussein y estaba implicado en la toma de todas las decisiones importantes, mientras que Barzan representó a Irak ante la ONU en Ginebra, durante 12 años antes de caer en desgracia.
El cuarto acusado, Awad Ahmed al Bandar, es un ex juez que presidió el tribunal revolucionario en este asunto, mientras que los otros acusados eran responsables en la región de Dujail del Partido Baas, disuelto tras la caída del régimen de Hussein en abril de 2003.
Durante el juicio, el fiscal intentó probar la responsabilidad directa de los ex dirigentes en las ejecuciones, mientras que la defensa y los acusados trataron de describirlo como una reacción normal a un intento de asesinato contra el Presidente en ejercicio a cargo de los opositores del Partido Dawa, ligado a Irán, entonces en guerra con Irak.
La defensa intentó también poner en cuestión la legitimidad del tribunal y probar el carácter político del proceso. Desde el inicio del juicio, Saddam Hussein negó la legitimidad del tribunal y subrayó que se consideraba todavía el jefe del Estado; ha sido expulsado del tribunal en varias ocasiones y otras veces se negó a comparecer.
Hussein, el primer jefe de Estado árabe juzgado en su país por crímenes contra con su pueblo, apareció con frecuencia durante las audiencias del tribunal en traje oscuro y camisa clara, sin corbata, siempre con un Corán en la mano, transformando en varias ocasiones la audiencia en tribuna para dirigirse al "heroico pueblo iraquí" y criticar "la ocupación estadounidense".
Al no reconocer al tribunal, Hussein se negó a declararse culpable o no culpable al final del juicio, mientras que el resto de acusados se proclamaron inocentes. Durante el juicio, tres abogados han sido asesinados, el último de ellos fue el iraquí Jamis al Obeidi, secuestrado por hombres armados y asesinado en Bagdad el 21 de junio.
Según los estatutos del tribunal, los acusados tienen derecho a apelar el veredicto que se emita el domingo.