BAGDAD.- Un sonriente Saddam Hussein volvió a presentarse hoy en la corte que lo juzga por el genocidio de unos 180.000 kurdos a fines de los años 80, pese a haber solicitado ser dispensado de participar en un proceso que catalogó de "parodia".
Bagdad, entre tanto, seguía presa de la violencia confesional, que ha cobrado la vida de al menos 17 iraquíes en lo que va de la jornada, un día después de que el designado secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, admitiera que su país no está ganando la guerra en Irak.
Saddam Hussein regresó al Alto Tribunal Penal iraquí luego de que sus abogados difundieran una carta, supuestamente escrita por él, en la que solicitaba permanecer en su celda.
"Le pido que me dispense de participar en las sesiones de esta última parodia", afirmaba en dicha carta, donde se quejaba de que el juez le impidió, así como a los otros reos, dar su punto de vista.
Pese a que el fiscal solicitó al juez el martes terminar con la etapa de testimonios para acelerar el juicio, otro testigo fue presentado el miércoles, un doctor de un hospital que trató a las víctimas de ataques con gases venenosos lanzados por el ejército iraquí.
Faiq Mohamed Ahmed dijo a la corte que estaba trabajando en un hospital de una milicia kurda en 1987 adonde fueron trasladadas víctimas de los ataques con gases.
"Los ojos del paciente se inundaban de lágrimas y su rostro estaba rojo y tenía dificultad en respirar", dijo el doctor, quien precisó que el paciente estaba ciego y tuvo que ser ayudado a entrar en la habitación.
"Tras diagnosticar al paciente, supe que el hombre había sido atacado con gas mostaza", agregó.
Prosiguió con la descripción de un flujo continuo de víctimas de ataques con gases, incluyendo a un niño de ocho años que no logró salvar.
Por el juicio, que comenzó el 21 de agosto, han desfilado más de 70 testigos, la mayoría víctimas de la brutal campaña iraquí contra la insurgencia que barrió las provincias kurdas al final de su guerra con Irán.
Saddam Hussein y seis de sus colaboradores están acusados de matar a 182.000 kurdos en 1987 y 1988, cuando las tropas gubernamentales reprimieron un levantamiento kurdo con artillería, ataques aéreos y gases venenosos.
El derrocado presidente iraquí ya fue sentenciado a muerte en la horca el mes pasado por el asesinato de 148 chiitas, en venganza por un intento de asesinarle en 1982.