LONDRES.- El norte de Europa podría obtener importantes beneficios del calentamiento del planeta en desventaja de los países mediterráneos, que sufrirían en cambio escasez de agua y una fuerte caída del turismo hacia mediados de siglo.
Esas son las previsiones del estudio más completo efectuado hasta ahora sobre los efectos del cambio climático sobre el continente europeo, que se someterá a aprobación de la Comisión Europea la próxima semana y ha sido filtrado al diario Financial Times.
Como consecuencia del llamado efecto de invernadero, menos personas de la Europa septentrional morirán de frío que ahora, y la costa del mar del Norte podría convertirse en una nueva “Riviera", señala el informe.
Al mismo tiempo se frenarían las migraciones anuales de los ricos europeos del norte hacia el sur, lo que tendría a su vez dramáticas consecuencias para países con un importante sector turístico como son España, Grecia e Italia.
Una sexta parte de los turistas del mundo -cien millones de personas al año- se dirigen habitualmente al sur durante sus vacaciones y gastan allí alrededor de cien mil millones de euros.
"Cuantos más turistas se queden en casa o vayan a otros destinos, mayor será el impacto distributivo sobre Europa", señala el documento obtenido por el diario británico.
Mientras que en el norte morirán menos personas por culpa del frío, ocurrirá lo contrario en el sur, donde decenas de miles de personas más que ahora sucumbirán a los efectos del calor al tiempo que crecerá la desertización y aumentarán los incendios.
Si la subida de las temperaturas fuese de un 3 por ciento, el número anual de muertes debidas al calor se elevaría en 87.000 para el año 2071, según los cálculos de los expertos.
La publicación del informe, prevista para la próxima semana, coincidirá con la presencia en Washington del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, que tratará de convencer al presidente George W. Bush que apoye un mecanismo de canje mundial de emisiones de C02 como el defendido por los europeos.
Los autores del estudio llegan a la conclusión de que costaría sólo un 0.19 por ciento del Producto Interior Bruto anual de la UE reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25 por ciento, algo que consideran totalmente viable.