CIUDAD DEL VATICANO.- El Vaticano desconocía que el antiguo arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, espió para el ex gobierno comunista de Polonia, dijo hoy un importante cardenal citado por un periódico italiano.
Wielgus, que fue elegido en el cargo por el Papa el mes pasado, dimitió el domingo después de reconocer que colaboró con los servicios secretos durante la era comunista, una conducta que el principal portavoz vaticano admitió que ha "puesto en un grave compromiso su autoridad".
Benedicto XVI había defendido a Wielgus ante la oleada creciente de acusaciones y el Vaticano publicó el mes pasado un comunicado en el que dijo que había tenido en cuenta el pasado del antiguo obispo de Block al elegirlo para el prestigioso puesto de arzobispo de la capital polaca.
Pero el cardenal Giovanni Battista Re, que encabeza la Congregación para los Obispos, el poderoso departamento que decide sobre las futuras carreras de los eclesiásticos, dijo que el Vaticano desconocía la verdad sobre Wielgus.
"Cuando monseñor Wielgus fue elegido, no sabíamos nada de su colaboración con los servicios secretos", declaró al diario italiano Corriere della Sera.
Por otra parte, el también italiano La Repubblica publicó, sin citar fuentes, que el Papa sólo recibió un fax con 80 páginas sobre las actividades de espionaje de Wielgus el sábado por la tarde.
El fax fue enviado por el gobierno polaco y traducido a la lengua materna del Pontífice, el alemán.
El escándalo ha supuesto un motivo de bochorno para la Iglesia en la católica Polonia, que Benedicto XVI visitó el año pasado para rendir homenaje a su predecesor, el polaco Juan Pablo II.
El domingo, el Vaticano acusó a los opositores a la Iglesia polaca de arrastrar vengativamente el pasado de Wielgus. El portavoz Federico Lombardi habló de una "extraña alianza entre los perseguidores del pasado y sus adversarios".
El Papa todavía no se ha referido al asunto personalmente. El lunes dará su tradicional discurso de Año Nuevo ante la comunidad diplomática acreditada en el Vaticano.
Wielgus fue nombrado por el Papa para suceder al cardenal Jozaf Glemp, una destacada figura de la lucha contra el comunismo, en uno de los puestos más influyentes en la jerarquía eclesial polaca.