LIMA.- El obispo de Juli, José María Ortega, quien está acusado de introducir conceptos ultraconservadores en la Iglesia de la región peruana de Puno, reconoció que le impidió ordenarse como sacerdote a un seminarista de su jurisdicción porque es jorobado.
"Cuando hay defectos físicos es mejor invitar a que no se ordenen sacerdotes. No es ningún canon, pero sí dice (el derecho canónico) que para candidatos para el sacerdocio hemos de ver hasta físicamente", dijo Ortega en una entrevista publicada hoy por el semanario limeño "Caretas".
"Vamos a decir: Defectos físicos que son pronunciados, hay que procurar (no admitirlos) porque se pueden burlar del sacerdote", añadió el prelado, quien validó así las denuncias de que al aspirante a cura Edwin Ramírez se le sacó del seminario local sólo por tener joroba.
"Caretas" da cuenta hoy de problemas con el clero y la feligresía de Puno desde que Ortega, del Opus Dei fue designado obispo de las colindantes prelaturas de Juli y Ayaviri, en una de las regiones con mayor tensión social del Perú.
Ortega, entre otras cosas, les prohibió a sus sacerdotes participar en acciones sociales como la lucha contra la pobreza, pues, en su concepto, son en realidad maniobras políticas.
La molestia del pueblo
El obispo también causa iras entre los puneños por actitudes que consideran ofensivas hacia los aymaras, que forman la casi totalidad de la población local. Como ejemplo se recordó que durante una misa por el sacerdote aymara Domingo Llanque, quien ejerció durante 36 años en Juli y por el que hay gran devoción en la zona, el prelado dijo que ignora si el fallecido está en el purgatorio o el infierno.
Esas medidas molestan fuertemente a las comunidades de base, según destaca el reportaje.Así, en la zona aparecieron en los últimos días panfletos anónimos de protesta: "La fe no es patrimonio de nadie. Los templos donde están Kay y José María no son patrimonio de ellos, pertenecen al pueblo entero y al pueblo se le darán o el pueblo los tomará", dice uno de esos textos pegados en postes.
Cuatro sacerdotes renunciaron ya al seminario local y expresaron públicamente su desacuerdo con la forma "excluyente y hasta ofensiva" en que actúa el prelado, mientras que un quinto inició acciones para que la Conferencia de Religiosos del Perú promueva un "diálogo eficaz" con él.