BEIRUT.- Una tensa calma reinaba este viernes en Beirut, un día después de los violentos incidentes entre sunitas y chiitas que dejaron el jueves cuatro muertos y más de 150 heridos y que reavivaron el miedo a que estalle una nueva guerra civil en Líbano.
Estos choques entre chiitas y sunitas, de una gravedad sin precedentes desde la guerra civil (1975-1990), se produjeron durante la tarde del jueves en varios barrios beirutíes de mayoría musulmana. Un alto el fuego fue instaurado por el ejército desde el jueves .
Una hora después del toque de queda, el primero en Líbano desde 1996, la circulación era fluida en el centro de la capital y algunos comercios comenzaban a abrir sus puertas.
En el barrio de Zokak al-Blat, escenario de gran parte de la violencia de la víspera, sólo la presencia de contenedores de basura volcados o incendiados, así como los blindados del ejército apostados en los cruces, recordaban los incidentes de la víspera.
Los almacenes y las panaderías habían abierto sus puertas, pero todos los establecimientos escolares de Beirut permanecerán cerrados hasta el lunes por decisión del ministro de Educación.
En el centro de la ciudad, donde la oposición dirigida por el Hezbolá chiita prosigue su manifestación desde el 1 de diciembre, la situación también estaba en calma. La víspera, hombres armados con garrotes se habían reunido alrededor y dentro del campamento, dispuestos al enfrentamiento.
Las reyertas a pedradas y con palos entre partidarios de la oposición y del gobierno habían comenzado en la Universidad Arabe, al sur de Beirut .
Luego, los incidentes se extendieron a los barrios limítrofes y a otros sectores poblados de sunitas y de chiitas, donde grupos de incontrolados incendiaron automóviles y levantaron barricadas con neumáticos incendiados.
Esta explosión de violencia entre sunitas y chiitas se produjo 48 horas después de la huelga general organizada por la oposición, durante la cual también hubo choques.
La oposición exige una reestructuración ministerial para obtener derecho de veto en el seno del gobierno de Fuad Siniora , del cual cinco ministros chiitas renunciaron en noviembre de 2006, además de otro ministro prosirio.
Desde entonces, el país esta sumido en una crisis política y económica aguda, que esta semana degeneró en enfrentamientos sangrientos.
La prensa libanesa advirtió el viernes contra el peligro de una nueva guerra civil, y llamó a todas las partes a esforzarse para evitar dicha situación.
"El Líbano bajo la sedición. Poco importa quién es el responsable. Poco importa quién comenzó los enfrentamientos. Lo que se necesita es una solución política rápida y un gobierno de unión nacional", estimó el diario de oposición Ad-Diyar.
Mientras Líbano sufre las consecuencias de la inestabilidad política y social, la comunidad internacional renovó en París su apoyo a Siniora y prometió una ayuda de 7.600 millones de dólares, durante la conferencia de ayuda internacional al Líbano celebrada el jueves.