KERBALA.- Casi un millón y medio de chiitas llegaron ya a la ciudad santa iraquí de Kerbala para participar en las ceremonias del Achura, iniciadas hace 10 días y que culminan hoy, anunció el gobernador de la provincia.
Unos 10.000 policías y soldados habían sido desplegados para proteger a los peregrinos en Kerbala y sus alrededores y para evitar todo atentado.
Según el portavoz de la policía, Rahim Mussauí, las fuerzas de seguridad "aplican estrictamente las órdenes de registrar a todo peregrino que parezca sospechoso".
"Hasta ahora, casi un millón y medio de peregrinos han visitado el mausoleo del imán Hussein. Ningún incidente ha sido señalado", declaró Akil al Jazaali, gobernador de la provincia de Kerbala (a 110 km al sur de Bagdad).
"Cinco terroristas, cuatro ciudadanos árabes y un iraquí, fueron detenidos al norte de la ciudad cuando intentaban entrar en ella con cinturones de explosivos para perpetrar un atentado", había señalado anteriormente a la prensa el gobernador Al Jazaali.
Más de 500 procesiones con varios cientos de peregrinos cada una, en su mayoría hombres vestidos de blanco, avanzaron a partir de la salida del sol hasta el mausoleo del imán Hussein, nieto del profeta Mahoma, muerto en 680.
Dolor y sufrimiento
Durante el Achura, los chiita conmemoran la muerte violenta de Hussein luego de su derrota frente al ejército del califa omeya Yazid, en Kerbala.
Las ceremonias, durante las cuales los chiitas expían su muerte mediante el dolor y reviven sus sufrimientos, comenzaron el 21 de enero y culminan este martes, décimo día del mes musulmán de mujarrán (achura significa décimo en árabe).
Según el gobernador Jazaali, las autoridades tomaron las medidas necesarias para garantizar el retorno de los peregrinos, llegados de todo Irak y de los países vecinos, una vez que las celebraciones hayan terminado.
Durante la última ceremonia, los peregrinos correrán hasta el mausoleo, gesto simbólico de su voluntad de venir a socorrer a su imán, antes de que sea decapitado por el ejército omeya victorioso.
Durante diez días, numerosos peregrinos se flagelaron y se hicieron cortes en la cabeza mediante cadenas y sables con la hoja de plata, para expiar su "culpa original" de no haber salvado a Hussein.