PARÍS.- El tercer Congreso Mundial contra la Pena de Muerte fue inaugurado hoy en París con el objetivo de lograr una abolición universal de esta condena en un momento en que el debate está de plena actualidad tras la ejecución del ex dirigente iraquí Saddam Hussein en diciembre.
Más de mil participantes y unos cien oradores pasarán hasta el sábado por esta reunión de París, que sigue a las celebradas en Estrasburgo en 2001 y Montreal en 2004, por iniciativa de la asociación Juntos Contra la Pena de Muerte (ECPM, en sus siglas francesas).
"La pena de muerte está en vigor en demasiados Estados pero afortunadamente, hay fuerzas que se movilizan y nos dan la esperanza de una justicia más humana", declaró el Presidente francés, Jacques Chirac, en un discurso leído por el titular de Relaciones Exteriores, Philippe Douste-Blazy, en la apertura del congreso.
Los diputados de Francia, donde la pena de muerte fue abolida en 1981, aprobaron esta semana la inclusión en su Constitución de un artículo que la prohíbe expresamente.
"Esta revisión constitucional prohibirá por tanto, independientemente de las circunstancias, que se restablezca la pena de muerte, que en ningún caso puede ser vista como un acto de justicia", añadió el Presidente de la República francés.
Acto seguido, el director del departamento de Derechos Humanos del ministerio alemán de Relaciones Exteriores, Peter Wittig, leyó un mensaje de la Canciller, Angela Merkel, cuyo país preside la Unión Europea (UE) este semestre.
"Estoy convencida de que podemos luchar contra el terrorismo si nos limitamos estrictamente a nuestros principios ético y morales", declaró.
"La abolición de la pena de muerte es una reivindicación central de la política alemana y europea de derechos humanos", agregó en su mensaje, recordando que la pena capital fue abolida en 1949 en su país.
Según ECPM, "2.148 personas fueron ejecutadas en 22 países" en 2005 y el "94% de las ejecuciones se produjeron en China, Irán, Arabia Saudita y Estados Unidos".
Entre los oradores del jueves se encontraba el japonés Sakae Wenda, de 79 años, que pasó 34 años en un corredor de la muerte, esperando su ejecución por un doble homicidio que no cometió hasta que su caso fue revisado en 1983 y recuperó su libertad.