NUEVA YORK.- El gurú de las finanzas George Soros presagió esta semana en Nueva York "el fin de la civilización occidental" en una entrevista que concedió con motivo de la aparición de su último libro, "Tiempos Inciertos".
"¿Qué viene después?, quien sabe. Pero el calentamiento global, la amenaza nuclear, la crisis de los recursos y la guerra contra el terror son peligros que indican que existe una fuerte probabilidad -afirma- de que la civilización occidental se dirige a su fin".
Soros, que descarta que el Islam se convierta en la nueva cultura dominante, dice que "el síntoma" de ese panorama es "el conflicto de Darfur (oeste de Sudan), el primero provocado por el calentamiento global y la lucha feroz por los recursos".
"Lo que ocurre en Darfur es un enfrentamiento entre ganaderos nómadas y agricultores sedentarios que se disputan los recursos de una tierra empobrecida por la desertización. No hay sitio para todos y por eso el conflicto se extiende a Chad", explica.
"Es la primera de lo que llamo las otras guerras que se avecinan y que, aparte de la conocida como guerra contra el terror, amenazan la civilización de Occidente", opina.
Aunque en tono algo menos apocalíptico, esas "otras guerras", la campaña contra el terrorismo, el calentamiento global y la amenaza nuclear son identificados en "Tiempos Inciertos" como los factores que "ponen en peligro nuestra supervivencia".
En clave de testamento ideológico y presentado como "lo más parecido a unas memorias", el título revela a un autor que a los 75 años le interesa más el pensamiento que las finanzas tras una biografía azarosa en la que ha forjado un imperio económico.
Vida espejo
La vida de George Soros es un buen espejo de los dos últimos tercios del siglo XX: sufrió como judío la persecución nazi en su Hungría natal, escapó de ese país por la ocupación soviética y emigró a Estados Unidos, donde gano dinero a raudales.
Y en este país se hizo poderoso.
Soros llegó en 1992 a "tumbar" al Banco de Inglaterra -al vender de manera masiva libras esterlinas y comprar marcos alemanes, lo que devaluó la divisa británica-, y con 7.300 millones de dólares poseía en 2005 la 57 fortuna del globo, según la revista Forbes.
Ese patrimonio lo cimentó sobre todo en su audacia inversora en los mercados internacionales de divisas, y en el de la especulación inmobiliaria en su país de adopción, cuyo futuro inmediato, sin embargo, no le incita al optimismo.
"Estados Unidos está condenado a perder su posición dominante y eso tendrá graves consecuencias para el mundo", escribe en su libro en el que responsabiliza al Presidente estadounidense, George W. Bush, de "descarriar" a su país con "la guerra contra el terror".
"La guerra contra el terror ha causado un terrible daño a nuestra reputación en el mundo (...) por lo que ahora hay mucha más gente dispuesta a arriesgar su vida para atacar a los estadounidense de la que había antes del 11-S", dice.
Califica de "inevitable" que la dinámica militar emprendida por Estados Unidos desemboque en una conflagración con Irán, sobre la que advierte que "será un gran desastre".
"Vamos hacia la colisión y la única pregunta por responder es cuánto falta para que se produzca" apunta, tras subrayar que Irán, -al que considera el mayor beneficiado de la guerra de Irak- no abandonará su ambición de acceder a las armas nucleares.
Sociedad despreocupada
En el texto culpa también a la sociedad norteamericana de "despreocupada"; esto es, de no querer afrontar la realidad.
"Preferimos que nuestros líderes electos nos hagan sentir bien a que nos digan la verdad, preferimos que los medios de comunicación nos entretengan a que nos informen,” denuncia.
George Soros, conocido también por sus múltiples proyectos filantrópicos, no renuncia, pese a todas las dificultades que adelanta, a "hacer del mundo un mejor lugar".
"He llegado a pensar que puedo influir en el curso de los acontecimientos porque reúno tres cualidades: creo que tengo cierta comprensión de la Historia, poseo firmes creencias éticas y he ganado mucho dinero", expone.
"Mucha gente tiene uno o dos de esos atributos pero la combinación de los tres resulta poco habitual", recuerda Soros desde su despacho en el trigésimo segundo y último piso del rascacielos de la Séptima Avenida donde tiene la sede su fundación.
Y desde el que se divisa una espectacular panorámica de Central Park, el pulmón verde de Manhattan, la capital financiera y cultural de una civilización que, según el magnate, ha iniciado su agonía.