LIMA.- La más joven promesa del ajedrez de Perú, el quinceañero Emilio Córdova, regresó hoy a Lima desde de Brasil traído por su padre, después de haber permanecido en actitud rebelde sin querer retornar a su país por el amor de una mujer que casi lo doblaba en edad.
El último campeón del Sudamericano de Ajedrez de Córdoba (Argentina), disputado en enero pasado, llegó al aeropuerto internacional de Lima en compañía de su padre, Arturo, quien viajó a Sao Paulo para ejercer sus derechos como progenitor al tratarse de un menor de edad.
El maestro internacional, de 15 años, fue recibido como un héroe por algunos amigos en el terminal aéreo, después de haber mantenido en medio de la angustia a su familia por más de un mes.
Córdova participó en el torneo argentino y después viajó, por su cuenta, a Brasil para intervenir en una serie de campeonatos que le permitan llegar al grado de Gran Maestro Internacional.
Sin embargo, en Sao Paulo conoció a Adriane Oliveira, de 29 años, una atractiva brasileña que trabaja en un "night club", y quedó perdidamente enamorado de la muchacha, madre soltera.
En las siguientes semanas, Emilio vendió su computadora personal, que lo acompañaba en cada torneo, y otras pertenencias para solventar su estadía en esa ciudad.
Luego habló con su padre en Lima y le pidió que le enviase más dinero porque estaba enfermo y no podía retornar a su casa.
La prensa limeña, incluidos varios programas de televisión, lo ubicó en Sao Paulo y verificó que el joven ajedrecista estaba bastante desmejorado, porque se había convertido en un amante de la noche, visitando clubes para bailar y tomar todos los días en un barrio frecuentado por prostitutas.
"Nunca la prensa me ha buscado tanto como ahora. Sólo falta que Laura Bozzo haga un 'talk show' conmigo", declaró Emilio a un diario local, al resumir el revuelo mediático que había levantado su actitud.
El menor amenazó a su padre con fugarse a otra ciudad si persistía en hacerlo regresar a Lima, pero finalmente fue localizado por el consulado peruano y hoy regresó con su familia.
A su retorno a Lima, Córdova, segundo en el Abierto de Estados Unidos del 2006, lucía bastante diferente de las imágenes que guardaba la prensa en sus archivos: mechones rubios en su cabellera negra y lentes de contacto color azul.