El Presidente de México se reunió con su par estadounidense en una hacienda cercana a Mérida, para repasar la reforma migratoria, la lucha contra el narcotráfico y los lazos comerciales, entre otros asuntos.
EFEMÉRIDA.- Por segunda ocasión en dos días, esta vez en México, el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, constató el desagrado en América Latina por su política migratoria y prometió que hará "todo" lo posible por sacar adelante una reforma sobre esta materia.
Bush se encuentra reunido con el Presidente mexicano, Felipe Calderón, en la hacienda Temozón, a unos treinta kilómetros de Mérida, para repasar, a lo largo de tres horas, la reforma migratoria pendiente en Estados Unidos, la lucha contra el narcotráfico y los lazos comerciales, entre otros asuntos.
En una ceremonia de recepción en la hacienda, ambos Mandatarios destacaron la importancia de sus relaciones como vecinos, pero apuntaron a disensiones en asuntos como la inmigración o la lucha contra la droga.
Calderón pidió, en unas breves palabras de bienvenida, la "colaboración y la activa participación" de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico.
El jefe de la Casa Blanca ha alabado las iniciativas puestas en marcha por el actual gobierno mexicano en este campo, entre ellas la reciente extradición a Estados Unidos de una quincena de importantes narcotraficantes.
El Mandatario mexicano también solicitó a su colega estadounidense una mayor atención a la política hacia México.
Recordó las promesas del Presidente de Estados Unidos, en 2001, de que haría de la política hacia Latinoamérica, y México en concreto, una de sus prioridades.
Los atentados del 11 de septiembre de aquel año cambiaron la agenda de Washington, recordó el gobernante mexicano, quien destacó que "ha llegado el momento de recuperar el espíritu de aquellas palabras y dirigir nuestra relación hacia un camino de mutua prosperidad".
La inmigración ocupó la mayor parte del discurso de ambos Presidentes, quienes se encuentran reunidos en el marco de la quinta y última etapa de la gira latinoamericana que Bush inició el jueves pasado en Brasil e incluyó a Uruguay, Colombia y Guatemala.
"Debemos resolver el problema juntos, porque aunque las dos economías se complementan, aún no son iguales", señaló el Mandatario mexicano, quien asumió el poder el 1 de diciembre pasado.
Por lo tanto, "la migración no se puede detener, y desde luego no por decreto", apuntó Calderón, quien indicó que México preferiría recibir "la inversión donde están los trabajadores", en lugar de que ellos deban desplazarse a donde está el capital.
"Podemos detener mejor la inmigración construyendo un kilómetro de autopista en Michoacán o Zacatecas, que con diez kilómetros de muro en la frontera", dijo en alusión al muro que Estados Unidos construye en la zona limítrofe con México.
Aun así, puntualizó, "respetamos el derecho de los estadounidenses y de su gobierno para decidir dentro de su territorio lo que más les conviene para su seguridad".
Por su parte, Bush afirmó que hará "todo lo que pueda" para lograr una reforma migratoria exhaustiva en el Congreso de Estados Unidos.
El jefe de la Casa Blanca aseguró que Estados Unidos aplicará "el mandato de la ley" a la hora de actuar contra la inmigración ilegal, pero apuntó que también recordará a sus ciudadanos que "los valores familiares no acaban en la frontera".
Bush apoya una reforma migratoria que incluya un programa de trabajadores temporales y permita la regularización de buena parte de los doce millones de inmigrantes ilegales -en su mayoría mexicanos- que se calcula viven en Estados Unidos.
La estadía del Presidente estadounidense en México, la última etapa de su periplo latinoamericano, concluirá mañana con una rueda de prensa con Calderón, tras lo cual partirá de regreso a Washington.