CIUDAD DEL VATICANO.- Después de meses de reflexión, los teólogos del Vaticano acordaron que el limbo no existe y que las almas de los niños que mueren sin bautizar van directamente al paraíso, informó este viernes la Comisión Teológica Pontifical.
El documento redactado por este ente, del que fueron publicados algunos fragmentos en la página web de la agencia católica de noticias CNS, no se ha difundido oficialmente, aunque está terminado desde hace varias semanas, según afirmó uno de sus miembros.
El texto fue adoptado por la comisión con el acuerdo del Papa Benedicto XVI, señaló la secretaría de este órgano consultivo de la curia, cuyas conclusiones no tienen valor de dogma.
El limbo, o lugar adonde según la doctrina tradicional católica van las almas de los niños pequeños que mueren sin haber recibido el sacramento del bautismo, refleja "una visión demasiado restrictiva de la salvación", concluyeron los teólogos.
"Nuestra conclusión (...) es que hay bases teológicas y litúrgicas serias para creer que cuando mueren, los bebés no bautizados se salvan", escriben en su documento los teólogos, que analizaron este asunto desde 2004, cuando la comisión era presidida por Joseph Ratzinger.
El texto consideró que su abolición no es un hecho teórico sino un "un problema pastoral urgente", ante el incremento de la cantidad de niños sin bautismo, con referencia incluso al aborto.
El presidente de la comisión, cardenal William Levada, presentó el 19 de enero el documento al Papa, quien lo aprobó y autorizó su publicación.
El bautismo, según la fe católica, borra el pecado original en el camino de la salvación, por lo cual el limbo -palabra que significa borde o frontera- fue concebido como un lugar donde permanecían las almas sin anulación de esa instancia de culpabilidad inherente a la existencia.
El texto de 41 páginas lleva el título "La esperanza de la salvación para los niños que mueren sin ser bautizados" y fue elaborado por la comisión de 30 miembros.
La Iglesia había dejado de lado el concepto de limbo, pero la transmisión de la doctrina no tenía resuelta la forma de definir el destino de las almas sin bautizar, pero al mismo tiempo sin comisión de pecado.
La hipótesis de la existencia del limbo fue introducida por el teólogo San Agustín, fallecido en el año 430.