JERUSALÉN.- Un equipo israelí de arqueólogos que asegura haber descubierto la tumba del rey Herodes en el desierto de Judea exhibió hoy sus restos en una rueda de prensa en Jerusalén.
El hallazgo, anunciado anoche por la Universidad Hebrea de Jerusalén, se produjo en la zona arqueológica conocida como Herodium, a unos 10 kilómetros al sureste de esa ciudad.
El responsable de las excavaciones, el catedrático de la Universidad Hebrea Ehud Netzer, explicó que la sepultura fue profanada y el mausoleo roto en mil pedazos, probablemente en un gesto de "ira" contra Herodes durante la gran revuelta judía contra el Imperio Romano del primer siglo de nuestra era.
El emplazamiento, entre dos palacios que el monarca hizo levantar en la cima del monte Herodión, y la calidad de las piezas encontradas despejan toda duda sobre el destinatario de la sepultura, subrayó.
"Resulta innecesario recurrir al carbono 14, pues esta prueba sólo se usa cuando no hay otros indicios de la antigüedad de una pieza," explicó Netzer, investigador de prestigio internacional especializado en el período herodiano.
Herodes, quien reinó desde el año 44 al año 4 antes de Cristo, fue enterrado en un mausoleo rectangular de 2,5 metros de largo con un techo en forma de triángulo, según las conclusiones de los investigadores a partir de los restos hallados, que suponen "el punto álgido" de las excavaciones en el sitio, dijo Netzer.
"Sólo una o dos construcciones" tienen la misma rojiza piedra caliza empleada en este mausoleo, pues "en la época nadie podía permitírselo," apuntó.
Es similar, agregó, a la Tumba de los Reyes, ubicada en Jerusalén, al norte de la ciudad antigua.
A este mausoleo, decorado con cinco escarapelas a cada lado, se accedía por medio de un largo camino de 350 metros de largo y treinta de ancho preparado para el entierro.
"Cuando encontramos este pasillo nos dimos cuenta de que sólo podía estar destinado al funeral," explicó.
No obstante, sorprendido por la multitudinaria asistencia a la rueda de prensa, Netzer relativizó la importancia del hallazgo: "Si Herodes no fuese famoso" porque aparece en las Sagradas Escrituras y "construyó bonitos edificios," este "descubrimiento no recibiría la misma atención".
Trabajando desde 1972
Las primeras excavaciones para encontrar la tumba comenzaron en 1972 a partir del testimonio del historiador judeo-romano Flavio Josefo en su libro "La guerra de los judíos".
Según Josefo, Herodes -conocido como el "Gran Constructor"- fue sepultado con toda pompa en el monte Herodión, donde pasaba los meses del estío y el más alto de la zona, con 752 metros sobre el nivel del mar.
En su célebre obra, Josefo describe el Herodión, ubicado al este de Belén, y que tomó su nombre del polémico rey, como "una colina artificialmente redondeada en forma de seno".
"Su cima (está) coronada por una cadena de atalayas que rodeaban a magníficos palacios...había profusión de riqueza por todas partes y hasta un acceso de doscientos escalones revestidos con el más puro mármol blanco," prosigue el historiador.
El catafalco que contenía los restos de Herodes, escribe Josefo, "era de oro revestido con piedras preciosas y una aureola de púrpura. Ahí yacía el cuerpo del rey envuelto en un manto de color violeta, con una diadema rodeándole la cabeza," agrega.
El cuerpo, según instrucciones del propio monarca, "fue conducido a Herodión para recibir sepultura" ("La guerra de los judíos," I, 39, 9), afirmación que impulsó los primeros escarceos para hallar la tumba en 1972, cinco años después de ocupar Israel el territorio de Cisjordania en la guerra de los Seis Días de 1967.
Herodes, de una familia de Idumea, adoptó el judaísmo en los días del rey hebreo Iojanan Horcanos, y construyó el Segundo Templo judío (el primero lo destruyó Nabucodonosor en 525 a.C), obra que demoró nueve años y en la que trabajaron 11.000 personas.
La fortaleza del Herodión también sirvió de refugio a judíos de la resistencia contra Roma hasta que cayó en poder de sus legionarios en el 70 d.C.
La revuelta, encabezada en su última etapa por Bar Cosiba (Bar Cojba), fue sofocada después de mediados del siglo II tras el suicidio de centenares de rebeldes, sus mujeres e hijos cercados durante tres años por la décima legión romana en la fortaleza de Masada, donde existen restos de otro bello palacio de Herodes.