SAO PAULO.- El Papa Benedicto XVI puso hoy fin a su visita pastoral de cinco días a Brasil con un discurso ante obispos y cardenales latinoamericanos en el que manifestó su preocupación por los "autoritarismos" que han resurgido en el continente y afirmó que la evangelización de los indios no fue "una imposición".
El Papa expresó ante los 266 cardenales y obispos asistentes a la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (Celam), reunido en la ciudad de Aparecida, que "en América Latina, al igual que en otras regiones se ha evolucionado".
Esa evolución "democrática" se ha producido, según el Pontífice, "aunque haya motivos de preocupación ante formas de gobiernos autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre".
Sin embargo, en su discurso en español ante los obispos latinoamericanos, Benedicto XVI no mencionó a los gobiernos aludidos.
En el mismo pronunciamiento criticó tanto al marxismo como al capitalismo, y dijo que ambos prometieron unas estructuras justas que fomentarían la moralidad común, "pero esa promesa ideológica se ha demostrado que es falsa y los hechos lo ponen de manifiesto".
"El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucción económica y ecológica, sino también una dolorosa destrucción del espíritu. Y lo mismo vemos en Occidente donde crece la distancia entre pobres y ricos y hay una degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad", afirmó.
El Papa condenó los "errores destructivos" del marxismo y el capitalismo y dijo que tanto uno como otro "excluyeron de su horizonte a Dios" y por eso no consiguieron alcanzar "estructuras justas" para los pueblos.
Esas estructuras justas "no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales", afirmó. "Donde Dios está ausente (...) estos valores no se muestran con toda su fuerza ni se produce un consenso sobre ellos".
Benedicto XVI insistió también con que la Iglesia no se mezcle con la política. "Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres, sino que haría menos porque perdería su independencia y su autoridad moral", dijo el Pontífice.
"Sólo independiente, (la Iglesia) puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables", agregó.
En otro plano, el Papa defendió el cristianismo adoptado por los pueblos de América Latina, al decir que "el Dios desconocido que sus antepasados sin saberlo buscaban en sus ricas tradiciones era Cristo, al que anhelaban silenciosamente".
Horas antes del encuentro con el Episcopado, el Pontífice ofició en su primer compromiso religioso del día su habitual misa dominical, esta vez ante 150.000 feligreses que se reunieron en el Santuario Nacional de la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de los brasileños.
El número de feligreses que comparecieron a la celebración eucarística en Aparecida, sin embargo, fue menor del esperado por la iglesia brasileña, que preveía hasta medio millón de asistentes a la misa papal en el mayor santuario del país.
Después de presidir el acto litúrgico, donde entregó una rosa de oro al santuario mariano, el Papa almorzó en privado con cinco personas, entre ellas el arzobispo anfitrión de Aparecida, Raymundo Damasceno Assis.
Tras descansar por unas horas en su aposento del seminario de "Bom Jesús", el Papa retornó a la Basílica para presidir la apertura oficial del Celam, donde regaló a la Conferencia un tríptico hecho en Cuzco (Perú) con la imagen del indígena mexicano Juan Diego y de la virgen de Guadalupe, patrona de México.
Intensa agenda
El discurso ante los obispos era el último acto oficial de la visita y culmina así cinco días de intensa actividad en los que se reunió con el Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva; tuvo un encuentro con 40.000 jóvenes en Sao Paulo y canonizó al fraile Antonio Sant'Anna de Galvao (1739-1822), el primer santo nacido en Brasil, el país con mayor número de católicos en el mundo.
También en Sao Paulo el Papa tuvo una reunión con los obispos brasileños, ante quienes pronunció un fuerte discurso en el que condenó la corrupción de los políticos, el egoísmo de los empresarios, los medios de comunicación que ironizan la virginidad y hasta los desvíos sexuales dentro de la Iglesia.
Después de los compromisos en Sao Paulo, a donde llegó el miércoles, el Papa se desplazó el viernes a Aparecida y desde allí fue hasta Guaratinguetá, el sábado, para conocer un proyecto de rehabilitación social de jóvenes drogadictos, que fundó el sacerdote alemán Hans Stapel, ex compañero de universidad del Pontífice.
En el encuentro, en un duro discurso, Benedicto XVI afirmó que los narcotraficantes tendrán que rendirle cuentas a Dios.
Al final de la jornada de hoy, el Papa se dirigió hasta el helipuerto de la basílica para trasladarse desde allí a la Base Militar del aeropuerto internacional de Paulo, donde era esperado para su despedida por el vicepresidente de Brasil, José Alencar.