PARÍS.- Dominique de Villepin presentó hoy su dimisión como Primer Ministro del gobierno francés al Presidente saliente, Jacques Chirac, en la víspera de que éste traspase los poderes a su sucesor, Nicolas Sarkozy, según informó el Elíseo.
Villepin oficializó su dimisión y la de su gobierno durante un encuentro de unos 45 minutos con Chirac en el Elíseo, donde llegó poco después de las 16:00 horas locales (14:00 horas GMT).
Chirac, que aceptó esa dimisión, acompañó a Villepin hasta la puerta del Elíseo, donde le dio un largo apretón de manos y luego le dijo adiós con la mano cuando el coche del Primer Ministro dimisionario abandonaba el patio del Palacio Presidencial.
Conforme prevé la costumbre institucional francesa, el Primer Ministro saliente debe ahora asumir "la gestión de los asuntos corrientes" hasta el nombramiento de su sucesor, que se da prácticamente por seguro que será François Fillon.
El traspaso de poderes entre Villepin y su sustituto está previsto para el próximo 17 de mayo a las 11:00 horas locales (09:00 horas GMT).
A sus 53 años, Villepin deja Matignon (sede del gobierno) donde llegó el 31 de mayo de 2005 en sustitución de Jean-Pierre Raffarin tras el "no" de los franceses en el referéndum sobre la Constitución europea.
"No tengo esa necesidad de contacto permanente con el poder. No me gustan los palacios nacionales ni ese estilo de vida", decía el viernes pasado Villepin, un diplomático de carrera cuyo currículum político se ha escrito a la sombra de su mentor, Jacques Chirac.
Fue secretario general del Elíseo de 1995 a 2002, y ministro de Exteriores y luego de Interior antes de tomar las riendas del Gobierno y dirigirlo exactamente durante 714 días.
Su gran error fue aconsejar a Chirac en 1997 la disolución de la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas, lo que supuso la instalación de la izquierda en el Ejecutivo hasta 2002.
Su momento internacional de gloria se remonta a febrero de 2003, cuando en un apasionado discurso ante la ONU defendió el "no" de Francia a la guerra en Irak, mientras Chirac se recuperaba de un pequeño accidente vascular.
Atípico, con un vocabulario lírico y marcial, Villepin deja un balance de luces y sombras de su paso por Matignon.
Este apasionado de Chateaubriand y de Napoleón hizo de la "batalla por el empleo” su gran prioridad y su logro, ya que situó la tasa de paro en su nivel más bajo de los últimos 20 años, del 10,2% al 8,3%, aunque ha habido polémica al respecto.
Tres han sido los momentos francamente difíciles a los que Villepin se ha tenido que enfrentar en estos últimos dos años.
Del primero salió airoso. Fue la ola suburbana de violencia del otoño de 2005, cuando decretó el estado de emergencia.
Luego se enfrentó a la crisis social generada por su intento de imponer el controvertido CPE, el contrato de primer empleo para jóvenes de menos de 26 años y que daba derecho al empleador a despedir sin justificación los primeros dos años.
De ese pulso con los sindicatos y con la calle salió debilitado, pero la puntilla se la dio su presunta implicación en el escándalo conocido como caso Clearstream, una trama de falsificación de cuentas bancarias para acusar de corrupción a industriales y políticos franceses, entre ellos Sarkozy.
De la victoria de Sarkozy en las Presidenciales, Villepin se siente en parte artífice, pues sus resultados gubernamentales han permitido dar "credibilidad" al proyecto del Presidente electo.
Villepin no tiene planes concretos para su futuro, aunque sí "muchos deseos". A corto plazo tiene previsto publicar un libro.