Amor en la oficina.
Agencia.WASHINGTON.- El Consejo Ejecutivo del Banco Mundial aceptó hoy la dimisión de Paul Wolfowitz como presidente del organismo, que se hará efectiva a partir del próximo 30 de junio.
"Los directores ejecutivos reconocen la decisión de Wolfowitz de dimitir como presidente del Grupo del Banco Mundial, que se hará efectiva al final del año fiscal, el 30 de junio del 2007", señala un comunicado divulgado hoy por la entidad.
El Consejo informó, además, que “empezará el proceso de nominación de un nuevo presidente inmediatamente".
La renuncia de Wolfowitz requirió un largo proceso de negociación ante la demanda de éste de que el comunicado final reconociera que actuó de buena fe al decidir los detalles del ascenso e incremento salarial de su compañera sentimental, Shaha Ali Riza.
El Consejo reconoció en su comunicado que el ex número dos del Pentágono actuó de buena fe.
"(Wolfowitz) nos aseguró que actuó de forma ética y con buena fe en lo que él creía era el mejor interés de la institución y nosotros lo aceptamos,” apunta el comunicado del Consejo Ejecutivo, integrado por 24 directores que representan a los 185 miembros de la entidad.
El comunicado también destaca que el resto de personas involucradas en el traslado temporal de Riza al Departamento de Estado y las condiciones del mismo también actuaron de buena fe.
El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, tiene desde hace semanas unas ojeras que revelan noches sin dormir, pero sus desvelos no se deben al mundo en desarrollo, sino a una mujer que, finalmente hoy, le costó el puesto.
Shaha Ali Riza, una ciudadana británica de origen árabe y la compañera sentimental de Wolfowitz, es, según varios funcionarios del Banco que han trabajado con ella, una mujer ambiciosa, dura, inteligente y muy bien conectada.
"Yo creo que lo que más destacaría de ella es su ambición,” dijo a Efe una empleada del Banco Mundial (BM) que conoce personalmente a la novia de Wolfowitz.
Otro compañero la define como una persona “muy ideológica,” firme creyente en la idea de extender la democracia a los países árabes y una apasionada defensora de los derechos de las mujeres en el mundo en desarrollo.
Riza, quien antes de ser transferida temporalmente al Departamento de Estado en septiembre del 2005 trabajaba como responsable de comunicación en el Departamento del BM para Oriente Medio y el Norte de África, se labró también fama de jefa solidaria y leal a su equipo durante sus ocho años en el organismo.
La mujer que se ganó el corazón del “neocón” Paul Wolfowitz es una musulmana secular poco amante del maquillaje y las joyas.
Los que trabajaron con ella la describen como una mujer más bien delgada que suele llevar el cabello tirando a corto, que viste de forma discreta y a la que es raro ver con faldas. “Vanidosa desde luego no es,” señaló una antigua compañera.
Riza, de 52 años, pasó su niñez entre Libia y Arabia Saudí, y tiene una sólida educación, que incluye una licenciatura del prestigioso centro académico London School of Economics y un máster en Ciencias Sociales de la Universidad de Oxford.
Fue en Oxford donde conoció a su ex esposo, el chipriota Bulent Aliriza, quien trabaja como experto en temas de Turquía en el Center for Strategic and International Studies, con sede en Washington.
La pareja tuvo un único hijo, de quien Riza hablaba a menudo con sus compañeros de trabajo en el Banco Mundial.
"Su hijo es muy importante para ella,” dijo una ex compañera.
Tras trasladarse a Estados Unidos con su marido, de quien está divorciada, la carrera profesional de Riza se concentró en temas relacionados con Oriente Medio.
A principios de la década de los 90 entró al National Endowment for Democracy, donde conoció a Wolfowitz, quien era miembro del consejo de administración del centro, dijo recientemente al diario The Washington Post el periodista turco Cengiz Candar, un amigo de la pareja.
Wolfowitz estaba entonces casado y no sería hasta años después, tras el divorcio de Riza y la separación de Wolfowitz, que empezaron a salir juntos.
A los dos les une un interés común en la promoción de la democracia en Oriente Medio.
Riza trabajó durante algún tiempo en la Iraq Foundation, un instituto que respaldaba a los exiliados iraquíes contrarios al régimen del dictador Sadam Husein.
En abril del 2003, cuando Wolfowitz era el número dos del Pentágono, viajó un mes a Irak, donde trabajó, sin sueldo, con un contratista del Departamento de Defensa en temas relacionados con la formación de un nuevo gobierno.
Su entrada en el Banco Mundial fue muy anterior a la llegada de Wolfowitz, cuando nada hacía prever que el entonces decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins (Washington) se convertiría en su jefe.EFE
El romance fue durante años uno de los secretos mejor guardados de Washington, a pesar de que ambos se prodigaban juntos en actos sociales con altos funcionarios y periodistas.
Wolfowitz ha reconocido que su decisión de fijar los detalles de las condiciones laborales de Riza fue un error. Ella sostiene, pese a su abultado sueldo, que fue una víctima y que dejó la institución financiera en contra de su voluntad.
De momento, esas discrepancias no parecen haber afectado a su relación que, según distintos medios, sigue adelante contra viento y marea.