PEKÍN.- Los niños chinos disponen desde hoy de una ley que les garantiza el derecho a dormir y a jugar, algo nada banal si se tiene en cuenta que la mitad de los 300 millones de menores chinos viven bajo una presión académica tal que les quita el sueño.
La norma que hoy entra en vigor supone una revisión de la Ley de Protección de Menores de 1991, promulgada por China un año después de adherirse a la Convención de Derechos de los Niños de la ONU.
Entre otras cosas, garantiza la educación básica, con padres y tutores como responsables del pago de este costoso derecho en China, e impone severas sanciones para crímenes como el trabajo infantil, la trata de menores y el maltrato, al tiempo que presta una atención sin precedentes al cuidado mental de los niños.
"Los niños deben tener tiempo para dormir, divertirse y practicar deporte,” especifica la nueva norma, lo que supone un cambio radical respecto a la tradición china y a la situación actual.
Según un reciente estudio de la consultora Horizon Research Consultancy, los niños chinos sufren la feroz competencia laboral que vive el país más poblado del mundo, con una carga de actividades no lectivas de 3,7 horas semanales.
Un 64 por ciento de los entrevistados estudian inglés, un 29% danza, piano y violín y otro 25% artes plásticas, actividades que ellos no han elegido, como el taekwondo y las artes marciales, deportes que escogen los padres al considerar que la preparación que aporta la escuela no es suficiente para un futuro muy competitivo.
Como consecuencia, más de la mitad de los niños chinos afirma que lo que más desea hacer cuando tiene tiempo libre es dormir.
Por otro lado, la nueva ley rompe con tradiciones muy asentadas, como que los abuelos se ocupen de los nietos en zonas rurales cuando los padres se marchan a la ciudad en busca de trabajo e impone que se escojan tutores para hacerse cargo de los menores.