LUXEMBURGO.- Los cancilleres europeos batallaron hoy en Luxemburgo durante casi cuatro horas en un cónclave convocado por la presidencia alemana de la Unión Europea, para empezar a renegociar el paralizado proyecto de Constitución, sin lograr superar sus diferencias cuatro días antes de la cumbre de Bruselas que buscará un acuerdo sobre el tema.
Si los 27 mostraron su predisposición para tratar de lograr un consenso que permita tener un nuevo tratado europeo que reemplace a la Constitución, también constataron que hay "situaciones complejas a resolver", como la persistente amenaza de veto de Polonia a raíz del peso atribuido a cada país en el cálculo de los votos en futuras votaciones por mayoría calificada.
"Hay países con dificultades en algunos puntos, pero hemos creado una dinámica positiva", dijo Moratinos, señalando que existen "elementos" para mostrar un "prudente optimismo" de cara a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno europeos del jueves y viernes próximos en Bruselas.
Más riguroso, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, afirmó que la UE se encuentra en el "sprint final", con " poco tiempo" y sin "la garantía del éxito".
"Lo ha dicho claramente la presidencia alemana: no nos podemos imaginar el día después del Consejo (europeo) con un fracaso. Las consecuencias serían tremendas", dijo Moratinos, citando palabras de Steinmeier durante la reunión.
Tras los 18 meses de parálisis que siguieron al "no" de franceses y holandeses a la Constitución europea a mediados de 2005, las discusiones para lograr un nuevo tratado ese reanudaron en enero pasado, impulsadas por la canciller alemana Angela Merkel.
Entre los puntos en los que los ministros lograron "prácticamente un consenso" fue en el abandono de la inclusión en el nuevo tratado de los símbolos de la UE (bandera, himno) al igual que la palabra "Constitución", según Moratinos.
La reunión permitió ver que los 27 están de acuerdo para que el nuevo tratado se limite a modificar los textos existentes en lugar de reemplazarlos, como pretendía la Constitución, indicó el ministro sueco, Carl Bildt.
Los cancilleres también analizaron, sin lograr un compromiso, la cuestión del reparto de las competencias entre la UE y los Estados miembros y el papel de los parlamentos nacionales, que Holanda quiere reforzar; y la Carta de Derechos Fundamentales, que los británicos quieren retirar pero otros países defienden enérgicamente.
En cuanto a los temas más polémicos del futuro tratado que la UE debería comenzar a aplicar en 2009, como el aumento de las votaciones por mayoría calificada y el peso atribuido a cada país en el cálculo de los votos, Polonia aprovechó la ocasión para insistir en su posición.
"Mantuvimos nuestra posición. No podemos aceptar el sistema de doble mayoría tal como está inscrito en la Constitución", indicó la ministra polaca Anna Fotyga, que pide una revisión de ese cálculo por el cual una decisión será adoptada cuando sea aprobada por el 55% de los Estados miembros que representen el 65% de la población de la UE.
Ante esta posición "tenaz" de los polacos, algunos ministros comenzaron a aumentar la presión. "A último momento Polonia va a saber que pertenece a Europa y que para pertenecer a Europa también es necesario hacer concesiones. Un gran país como Polonia tiene obligaciones", advirtió en ese sentido el ministro luxemburgués Jean Asselborn.
Durante la reunión, España y Francia presentaron sus socios una propuesta conjunta para ayudar a la presidencia a llevar a buen puerto las negociaciones, manteniendo su "esencia" y "equilibrios" del proyecto original de Constitución.
Entre los puntos de la propuesta se encuentra mantener la creación de una presidencia fija de la Unión Europea y de un ministro europeo de Relaciones Exteriores, preservar la cuestión del cálculo de votos de cada país para la votaciones por mayoría calificada tal como lo indicaba la Constitución y hacer una referencia vinculante a la Carta de Derechos Fundamentales.
España y Luxemburgo son los únicos dos de los 18 países que ratificaron la Constitución europea al haberlo hecho mediante referéndum. De su lado, Francia y Holanda son los dos miembros de la UE que lo han rechazado a través del mismo sistema de consulta. Otros siete países congelaron su procedimiento de ratificación.
