ISLAMABAD.- El jefe de la Mezquita Roja de Islamabad, Abdul Aziz, fue detenido hoy cuando intentaba huir de ese edificio asediado por las fuerzas del orden disfrazado de mujer, cubierto con una burka, anunció el ministro de Información paquistaní, Mohammad Ali Durrani.
"Hemos capturado a Abdul Aziz cuando trataba de escapar de la mezquita vestido con una burka. No ofreció resistencia", precisó un responsable de las fuerzas de seguridad.
Las fuerzas policiales detuvieron a Abdul Aziz cuando salía de la llamada Mezquita Roja en Islamabad en medio de varias mujeres que vestían también la tradicional burka, un día después de los sangrientos enfrentamientos en torno al edificio que dejaron 16 muertos.
La burka, en su origen, es la vestimenta tradicional de las tribus pashtún en Afganistán. Este largo velo, de color azul o marrón, cubre completamente la cabeza y el cuerpo de la mujer musulmana, y apenas tiene una rejilla sobre los ojos para permitirle cierta visión.
"Era el último de un grupo de siete mujeres, pero nuestros hombres observaron un problema. Los otros miembros del grupo si parecían mujeres, pero él era más grande y tenía barriga", precisó la fuente.
Un soldado que vio el incidente contó que Aziz se encontraba en medio de un grupo de 20 mujeres que llamaron la atención porque salieron gritando y dando alaridos cuando iban a ser llevadas a una escuela cercana para controles de seguridad.
"Hicieron tanto ruido que llamaron la atención de todos, pero en medio del grupo un oficial detectó a una mujer alta, fornida, con un vientre protuberante, que justamente no estaba gritando", añadió el soldado.
Atrincherados
Al menos mil islamistas radicales, la mitad de ellos mujeres, continuaban hoy atrincherados en la mezquita de Islamabad.
"Unas 700 personas salieron hasta el momento", indicó un alto responsable de la administración local, Chaudhry Mohammad Alí.
"Estimamos que la mayoría de las mujeres y aproximadamente 300 hombres saldrán, dejando dentro al núcleo duro. Evaluamos en 200 el número de elementos militantes", indicó un alto responsable de los servicios de seguridad.
Unos 5.000 estudiantes varones y 4.000 estudiantes mujeres, de 10 a unos 20 años, siguen los cursos del seminario de la mezquita.
"El Presidente (Pervez) Musharraf anunció que se entregarán 5.000 rupias (83 dólares) a cada persona que salga del lugar por su propia voluntad", agregó.
Las autoridades habían dado un ultimátum que expiraba a las 11:00 horas locales (06:00 horas GMT) de hoy para la rendición de los dirigentes islamistas de la mezquita. Luego lo prolongaron 90 minutos para dejar tiempo suficiente para las negociaciones.
El gobierno paquistaní instauró un toque de queda alrededor de la mezquita, asediada por cientos de paramilitares, policías y soldados, apoyados por vehículos blindados. Las autoridades advirtieron que dispararían contra toda persona armada.
Un funcionario de la municipalidad afirmó que dignatarios religiosos impedían que los estudiantes partiesen de la mezquita para utilizarlos como escudos humanos.
Familiares de los alumnos esperaban en los alrededores de la mezquita con la esperanza de llevarlos de regreso a sus hogares.
Por la mañana uno de los religiosos que dirigen esta mezquita ofreció una rendición condicional en declaraciones a un canal de televisión privado.
"Nosotros estamos dispuestos a entregar las armas si tenemos garantías escritas de que no atacarán y no lanzarán una operación. Ellos dicen que nosotros no deberíamos hablar de la ley islámica, pero nosotros somos reservados en ese punto", indicó Abdul Rashid Ghazi, uno de los dos hermanos que administran esta mezquita.
Ghazi aseguró que los estudiantes islamistas atrincherados en la mezquita tenían suficientes víveres para permanecer "tanto tiempo como lo desee Alá". Aclaró que no había hablado con las autoridades, aunque tuvo conversaciones con un líder de la oposición favorable a los talibanes para tratar de poner fin a la crisis.
Esta violencia se produjo después de meses de tensión en la Mezquita Roja, donde los dirigentes radicales desafiaron la autoridad del Presidente Musharraf al secuestrar el 23 de junio a varios civiles chinos y paquistaníes durante una "campaña de moralización".