VARSOVIA.- En el campo nazi de exterminio de Auschwitz-Birkenau funcionaba un prostíbulo en el que las presas ofrecían servicios sexuales a sus compañeros de infortunio, informa hoy el diario "Rzeczpospolita".
"Los prostíbulos fueron organizados en diez campos nazis de concentración y exterminio en 1941 personalmente por Heinrich Himler, jefe de las SS", dice el diario.
En un principio la entrada en los prostíbulos iba a ser una especie de premio concedido a los presos por su buen comportamiento, su esforzado trabajo o su utilidad para el personal nazi del campo.
Las mujeres que trabajaban en el prostíbulo también eran presas a las que los nazis les daban a elegir entre la prostitución o la muerte.
El preso que recibía el derecho a aprovechar los servicios del prostíbulo pasaba un breve examen médico, para detectar si no tenía alguna enfermedad venérea, entregaba dos marcos al funcionario de las SS que gestionaba el negocio, que era el precio que tenía también un paquete de cigarrillos, y podía subir al piso alto del barracón en el que las presas esperaban a los clientes.
"Las chicas estaban vestidas como si fuesen mujeres normales que vivían en libertad, con ropa bonita y limpia, porque esa sensación de normalidad aumentaba el atractivo de los prostíbulos y el interés de los presos por conseguir el permiso para aprovechar sus servicios", dice "Rzeczpospolita".
El diario señala que los prostíbulos ayudaban a los alemanes a mantener la calma en los campos, porque los participantes en cualquier suceso de insubordinación perdían durante muchos meses el derecho a traspasar sus puertas.
"Rzeczpospolita" cita la opinión del profesor Jozef Szajna, ex preso de Auschwitz que tiene tatuado el número 18.729, que los burdeles cumplían en el sistema nazi de represión un papel muy importante, porque, por un lado, servían para comprar la tranquilidad en los campos de exterminio y, por otro les proporcionaban considerables ingresos.
"Todo aquel que piensa que el burdel que funcionaba en la barraca 24 de Auschwitz era un gesto de compasión de los nazis hacia los presos se equivoca del todo, porque su objetivo era hundir en la humillación más profunda tanto a las presas obligadas a prostituirse, como a sus compañeros de desgracia que se aprovechaban de la explotación canallesca de las mujeres", señala Szajna.
El diario señala que la mejor prueba de que la existencia de los burdeles y el aprovechamiento de sus servicios fueron durante mucho tiempo un tema tabú, porque tanto las presas como sus clientes sentían gran vergüenza.