LA HABANA.- Un año después de la histórica cesión del poder de Fidel a Raúl Castro, Cuba inicia un etapa crucial bajo un gobierno provisional que parece duradero, con el reto de poner en marcha cambios que solucionen los problemas de la población y, al mismo tiempo, garantizar la continuidad de la Revolución.
La noche del 31 de julio de 2006, los cubanos quedaron impactados frente al televisor cuando oyeron del secretario personal de Fidel el "delego con carácter provisional" de sus cuatro cargos.
Fidel cedió a Raúl sus cargos de Comandante en Jefe, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista, presidente del Consejo de Estado y del Gobierno; y dejó en otros funcionarios sus tareas como impulsor principal de los programas de salud, educación y energía.
Reveló que sufría una crisis intestinal y tomaba esa decisión porque el país se veía "amenazado en circunstancias como ésta por el Gobierno de los Estados Unidos": "La operación me obliga a permanecer varias semanas de reposo, alejado de mis responsabilidades y cargos".
Como pólvora, la noticia se regó por el mundo, el exilio en Miami festejó en las calles y auguró la muerte del Presidente cubano y Washington llamó a los cubanos a echar a andar la transición democrática.
Pero desde entonces pasó un año sin cambios visibles en Cuba, aunque bajo un gobierno colectivo que, tras hacer tímidos ajustes, está ahora enfrentado a las crecientes demandas de la población y al retiro de la dirigencia histórica de la Revolución.
Ahora, a punto de cumplir 81 años y a uno de haber cedido el poder temporalmente, Castro no ha vuelto a aparecer en público, y la convalecencia se prolonga más allá y muchos empiezan a pensar en que no regresará.
Raúl Castro, el eterno número dos de Cuba y ministro de Defensa de 76 años, delineó lo que sería un programa de gobierno para este segundo año que comenzará el miércoles: "Hay que producir más".
"Habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios", dijo Raúl Castro, en su discurso en la simbólica fiesta patria del 26 de julio.
Despertando expectativas en la población, reconoció que el salario -de unos 15 dólares en promedio- no alcanza, y que hay que "trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismo", aunque advirtió que "no habrá soluciones espectaculares".
"Rigor, orden y disciplina", dijo el general del Ejército, quien también fijó los límites de cualquier cambio: todo dentro del socialismo.
Su discurso fue recibido en sectores de la población y en la oposición con cautela. "En el gobierno existen fuerzas propiciadoras del inmovilismo, que realizarán toda la resistencia posible a verdaderas transformaciones", afirmó el economista opositor Oscar Espinosa.
Funcionarios del Gobierno y del Partido Comunista insisten en que Fidel Castro está al tanto de las principales cuestiones del país y participa en las decisiones importantes, y analistas y opositores estiman que Raúl no podrá realizar grandes cambios con su hermano en vida.
"Veo a Fidel como el gran consejero que marca las líneas maestras de lo que no permitiría hacer, pero Raúl está al mando", opinó el opositor moderado Manuel Cuesta.
Mientras tanto, Fidel, que prosigue su recuperación, se dedica a escribir artículos en la prensa desde el pasado 29 de marzo, pero en ninguno de sus más de treinta textos ha hecho una sola mención a la posibilidad de un retorno al poder o la cesión definitiva de sus cargos.
Pero en un editorial de mediados de julio pareció fijar pautas a futuro. Fidel se lanzó contra las reformas aplicadas para enfrentar la crisis en los años 90 pues, afirman, crearon "irritantes desigualdades".
Cuba está a las puertas de un proceso electoral que culmina en abril de 2008, cuando el Parlamento deberá designar la presidencia del Consejo de Estado, que siempre ha ocupado Fidel.
"Ya tiene edad y le falta salud, debe dejar a otros seguir con la revolución", dijo José Gutiérrez, de 21 años, quien recordó que ello no riñe con que Cuba sea un país mayoritariamente "fidelista".
Tras el impacto inicial de hace un año, los 11 millones de cubanos se habituaron a la ausencia pública de Castro, único líder que ha conocido un 70% de la población. "Viva Fidel, Viva Raúl", es la nueva consigna que corea la isla.