CIUDAD DE MÉXICO.- Un grupo de arqueólogos mexicanos provistos de radar de penetración subterránea detectaron la presencia de cámaras que podrían contener los restos del emperador Ahuizotl, que gobernaba a los aztecas cuando Cristóbal Colón desembarcó en el Nuevo Mundo.
El descubrimiento podría abrir una extraordinaria ventana a la civilización azteca en su apogeo y sería la primera tumba de un gobernante azteca jamás hallada. Ahuizotl, un constructor de imperios que extendió el ámbito azteca hasta Guatemala, fue el último emperador en completar su gobierno antes de la conquista española.
Las versiones escritas por sacerdotes españoles sugieren que el área era utilizada por los aztecas para cremar y enterrar a sus gobernantes. Pero nunca se ha hallado la tumba de ningún gobernante azteca, en parte debido a que los conquistadores españoles construyeron su propia ciudad sobre el centro ceremonial azteca, dejando detrás estructuras coloniales de demasiado valor histórico como para removerlas en pos de excavaciones.
Uno de esos edificios coloniales resultó tan dañado en un terremoto en 1985 que tuvo que ser derribado, lo que dio a los expertos la primera oportunidad de examinar el sitio junto a la plaza del Zócalo en la capital mexicana, entre la catedral metropolitana y las ruinas de la pirámide del Templo Mayor.
Los arqueólogos dijeron que localizaron una entrada de dos metros cuadrados a la tumba situada unos cinco metros bajo tierra. La entrada está llena de agua, piedras y lodo, lo que obliga a los trabajadores a excavar cuidadosamente suspendidos de eslingas. Un sistema de bombeo mantiene reducido el nivel del agua.
En pocos meses más esperan ingresar en las cámaras interiores —un espacio húmedo y de escasa altura— y descubrir las cenizas de Ahuizotl, que probablemente fue cremado en una pira funeral en 1502.
El lugar está debajo de un enorme monolito descubierto recientemente que presenta un grabado de Tlaltecuhtli, la diosa azteca de la tierra. Representada como una mujer con enormes garras y un chorro de sangre que le brota de la boca mientras se acuclilla para dar a luz, se supone que Tlaltecuhtli devoraba a los muertos para darles después nueva vida. La diosa era tan temible que los aztecas solían enterrarla de cara a la tierra. Sin embargo, la actual mira hacia arriba.
En la garra que remata su pie derecho, la diosa sostiene un conejo y diez puntos para indicar la fecha "10 conejo", o sea, 1502, el año de la muerte de Ahuizotl.