VIENA.- Los peregrinos cuentan las horas desde el alba en el santuario de Mariazell, a un centenar de kilómetros de Viena, para la llegada este sábado por la mañana del papa Benedicto XVI, en el segundo día de su viaje a Austria.
En las estribaciones de los Alpes, la basílica de Mariazell (la Virgen de la Celda), principal lugar de peregrinación centroeuropeo, tiene todo a punto para acoger a un ilustre peregrino: Benedicto XVI.
El Papa concelebrará una misa y rezará vísperas en el transcurso de las ocho horas que prevé pasar en este santuario, creado por monjes benedictinos en 1157.
"Tengo la intención de que mi peregrinación a Mariazell sea un recorrido en compañía de todos los peregrinos de nuestros tiempos", adelantó en el discurso pronunciado el viernes por la mañana, poco después de llegar a tierras austríacas.
Dijo entonces que se sentía complacido por haber constatado en los últimos años un aumento en el interés por las peregrinaciones.
"Viajando como peregrinos, los jóvenes, en particular, han encontrado un nuevo camino para reflexionar y meditar", comentó.
Este enclave católico acoge cada año a un millón de peregrinos originarios de Austria, de Hungría, de la República Checa, de Eslovaquia, de Eslovenia, pero también de Polonia, de Croacia y de Bosnia Herzegovina.
En 1990, alrededor de 20.000 peregrinos de Europa del Este acudieron a él para expresar su agradecimiento por la caída del Telón de Acero.
Según el Papa, el santuario "simboliza una apertura que no sólo trasciende las fronteras físicas y nacionales, sino que, en la persona de María, nos recuerda una dimensión esencial de los seres humanos: su capacidad para abrirse a Dios y a su palabra".