SIDNEY.- Sentados para discutir, de pie para bailar al ritmo de la percusión, hay centenares de personas reunidas en ese parque de Sidney. Son apenas las dos de la tarde sobre la costa este australiana y las protestas al margen de la APEC, tan temidas por la policía, se diluyen en música.
En total tres a cinco mil personas, según los organizadores, o diez mil según la policía, protestaron contra uno de los invitados más visibles de esta reunión de dirigentes del Asia-Pacífico: el presidente norteamericano George W. Bush y su guerra en Irak.
La protesta, perturbada por las lluvias intermitentes, estuvo lejos de tener los 20.000 participantes anunciados por las fuerzas del orden.
Desde el comienzo la manifestación habia sido confinada a algunas cuadras de los sitios neurálgicos. Según la policía, que cubría todas las esquinas del centro de la ciudad, ésta se desarrolló "de manera disciplinada" a pesar de algunas escaramuzas aisladas que concluyeron con 17 arrestos y dos heridos entre los oficiales de policía.
"Ellos quisieron hacer creer que seríamos violentos", se enerva Katie May, una enfermera de 24 años, furiosa también por el dinero gastado en las medidas de seguridad. Cerca de allí en una pancarta abandonada en el piso se lee: "pacifistas protestan contra dirigentes violentos".
Según una de las organizadoras, las advertencias de la policía contra los riesgos de desbordamientos disuadieron a mucha gente de desplazarse. "Sabíamos que con la enorme cantidad de policía y las provocaciones la gente tenía miedo de venir", comenta Pip Hinman, otro de los manifestantes.
Para acoger a sus socios del Asia-Pacífico, Australia desplegó esta semana el mayor dispositivo de seguridad de su historia, transformando su ciudad más grande en una verdadera fortaleza.
El corazón turístico de Sidney fue desfigurado con un cierre de 5 kilómetros de largo, hecho con cercas y bloques de cemento que restringen el desplazamiento en las cercanías de la ópera donde se reunieron los dirigentes. Más de 5.000 miembros de las fuerzas de orden fueron desplegadas, tanto en tierra como en las aguas y el cielo de Sidney. La policía incluso había comprado un cañón de agua especialmente para esta cita, pero se reveló inútil el sábado.
Todo estaba planeado para que cerca de allí los dirigentes de las 21 economías de la APEC, entre quienes figuran también el presidente ruso, Valdimir Putin, y el presidente chino, Hu Jintao, estuvieran al abrigo de las protestas.
El sábado, varios manifestantes se pronunciaban a favor de una acción para revertir el calentamiento global, pero la gran mayoría estaba ahí para hacer comprender al presidente Bush que no era bienvenido, para denunciar su guerra en Irak y el apoyo fiel que el primer ministro australiano, John Howard, le brinda desde el comienzo