RANGÚN.- Decenas de miles de monjes budistas desafiaron hoy nuevamente la prohibición y amenaza de represalias del régimen militar de Myanmar (ex Birmania) al volver a manifestarse pacíficamente en el centro de Rangún, la antigua capital del país asiático.
En la marcha participaron unas 50.000 personas entre religiosos y ciudadanos comunes.
Los monjes, que llegaron en pequeños grupos en autobuses y automóviles, primero se congregaron frente a la pagoda de Shwedagon y luego se desplazaron descalzos hacia la pagoda de Sule.
A través de megáfonos colocados en camiones, el Ejército advirtió a la población de que no se uniera a las manifestaciones de protesta, pero no intervino pese a las amenazas, por lo que la protesta concluyó sin incidentes después de las 16:00 horas (local), cuando los religiosos volvieron a sus monasterios.
El Ejército amenazó con imponer tres años de cárcel a quien contemplara las marchas y diez años a quien participara en ellas.
El ministro de Religión, el general Thura Myint Maung, había llamado el lunes a los monjes a poner fin a las protestas, advirtiendo que el régimen tomará medidas contra ellos si siguen adelante con sus manifestaciones diarias, que comenzaron hace una semana y que alcanzaron su clímax el lunes, cuando hasta 100.000 monjes y civiles marcharon por las calles de Rangún y otras ciudades.
En Myanmar está prohibido que los monjes realicen actividades políticas. Algunos religiosos intentaron por eso restarle carácter político a su marcha con carteles como "La bondad consigue todo" y "La verdad se impondrá a la mentira", pero otros ciudadanos laicos no fueron tan discretos.
Hoy por primera vez algunos de los manifestantes ondearon la bandera con un pavo real, símbolo del levantamiento contra la junta militar en 1988. Otros llevaban imágenes de Aung San, héroe de la independencia de Birmania y padre de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz por su lucha por la democracia y en arresto domiciliario desde mayo de 2003.
China, uno de los principales aliados de Myanmar, llamó al Ejecutivo a actuar de forma "adecuada" ante las protestas. "China siempre adopta una política de no interferencia en los asuntos internos de otros países", se limitó a declarar la portavoz del Ministerio del Exterior, Jiang Yu. "Como país vecino, esperamos ver estabilidad y desarrollo económico en Myanmar", añadió.
En 1988 Myanmar se vio sacudida por manifestaciones en todo el país contra la incompetencia del régimen militar, que llevó a la nación de ser uno de los países más ricos de Asia antes de la Segunda Guerra Mundial a la pobreza extrema en 1987.
Los motivos económicos fueron también el origen de las actuales protestas, cuando sin aviso previo ni aumento gradual el gobierno dobló los precios del combustible el 15 de agosto, exacerbando las dificultades de la población.
El periódico estatal "Nueva Luz de Myanmar" minimizó hoy las protestas del lunes, al asegurar que los monjes que participan en ellas sólo representan una pequeña minoría del dos por ciento.
"Más del 98 por ciento de los monjes quieren cumplir pacíficamente con sus obligaciones religiosas", escribió el rotativo, órgano del régimen militar que gobierna desde 1962 este país aislado internacionalmente por sus graves violaciones de los derechos humanos.
En Myanmar hay unos 400.000 monjes budistas. Se ignora cuántos de ellos apoyan las protestas contra la junta militar.