NUEVA YORK.- Las potencias occidentales intentaban el sábado mantener la presión sobre la junta militar de Birmania, después de que el emisario de la ONU Ibrahim Gambari advirtiera de "consecuencias internacionales graves" tras la represión de protestas populares en ese país.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, los tres miembros permanentes occidentales del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hicieron circular el viernes un proyecto de declaración que condena "la represión violenta" ejercida contra los manifestantes por la junta militar birmana.
Además, la administración estadounidense, a través de su embajador en la ONU, Zalmay Khalilzad, mencionó la posibilidad de nuevas sanciones.
"Estados Unidos está dispuesto a proponer al Consejo de Seguridad una resolución que imponga sanciones", dijo Khalilzad al estimar indispensable que Gambari regrese a la región, "lo más rápidamente posible para continuar sus esfuerzos diplomáticos".
"Ha llegado la hora de que el Consejo haga más que simplemente escuchar un informe", insistió el embajador estadounidense.
"El Consejo de Seguridad condena la violenta represión del gobierno de Birmania contra manifestaciones pacíficas, incluyendo el uso de la fuerza contra figuras e instituciones religiosas", dice el borrador del texto que debe ser discutido el lunes por un panel de expertos en el Consejo de Seguridad.
El proyecto de declaración pide "la liberación inmediata de las personas detenidas y (...) que las que resultaron heridas tengan acceso a cuidados médicos".
La propia junta admitió que las fuerzas de seguridad detuvieron a más de 700 monjes la semana pasada en redadas en 18 monasterios.
El texto también pide un "un recuento completo de las personas detenidas, desaparecidas o muertas a raíz de las recientes manifestaciones pacíficas".
Gambari, que informó al Consejo de Seguridad de su misión de cuatro días en Birmania, aseguró que la opositora y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, con la que se reunió en dos ocasiones pese a que se halla en arresto domiciliario, esperaba que las manifestaciones empujaran a la junta militar a un diálogo real.
Existe un consenso en el Consejo de Seguridad de la ONU para considerar que el statu quo de Birmania es "inaceptable" y que hay que tratar "las causas del descontento", dijo.
Mencionó el papel "esencial" que desempeñan los países de la Asociación de Países del Sureste Asiático (ASEAN), de la que Birmania forma parte, así como potencias regionales como China, Japón e India.
A este respecto, Singapur, que ejerce la presidencia rotativa de la ASEAN, estimó que excluir a los militares de la búsqueda de una solución en Birmania podría conducir a más inestabilidad.
Paralelamente, Amnistía Internacional y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos lanzaron una convocatoria mundial a manifestarse este sábado para mantener la presión sobre el régimen birmano.
En un comunicado divulgado en Londres en esta jornada de acción mundial que comenzó en Nueva Zelanda y Australia, el primer ministro británico Gordon Brown afirmó que "la tarea de todos los que se manifiestan (...) es mantener la presión en vista de un cambio", y aseguró que "el mundo no olvida, y no olvidará, al pueblo birmano".
Por último, en Birmania, los usuarios denunciaron que las conexiones a internet que volvían a funcionar desde la noche del viernes fueron nuevamente cortadas el sábado por la mañana al levantarse el toque de queda.