"Siempre me preguntan '¿y qué sintió cuando se vio frente al Che?', como si yo fuera a decir 'guau, aquí me encontré frente a Superman'. Sentí pena, me daba lástima", recuerda hoy Gary Prado.
AFPSANTA CRUZ, Bolivia.- El general boliviano Gary Prado relata que cuando capturó a Ernesto Che Guevara, hace 40 años, el guerrillero no sólo se rindió, sino que le insistió en que era más útil vivo que muerto.
"No disparen, soy el Che", dijo el combatiente argentino cuando la patrulla que comandaba el entonces capitán Prado se acercaba a un objetivo guerrillero en la selva boliviana, según recuerda haber escuchado claramente el ahora general retirado.
Los militares no dispararon, y el Che salió entonces de entre la maleza. "Yo valgo más vivo que muerto", le dijo Guevara a Prado cuando éste lo conducía hacia La Higuera, un pueblo ubicado a 155 kilómetros al sur de Santa Cruz, donde al día siguiente iba a ser ejecutado por orden del gobierno boliviano.
"Estaba muy deprimido y preocupado por su futuro", señala el militar, de 68 años. "Siempre me preguntan '¿y qué sintió cuando se vio frente al Che?', como si yo fuera a decir 'guau, aquí me encontré frente a Superman'. Sentí pena, me daba lástima", dijo.
Ahora, desde la silla de ruedas en que se moviliza, tras un accidente hace 26 años, el militar retirado sostiene que "el Che fue engañado por (Fidel) Castro" y que "no tenía dónde ir". Dicha conslusión "fue confirmada por Benigno y otras fuentes".
Para Prado, "el Che no tenía dónde ir, le habían cerrado las puertas de Cuba, le habían cerrado otros países comunistas... así que tuvo que quedarse aquí hasta morir, abandonado, traicionado. Ésa es la realidad, y todos lo que le rinden honores ahora son los que lo abandonaron, lo traicionaron", sostiene.
"Benigno" o el guerrillero cubano Dariel Alarcón Ramírez, que intervino en la guerrilla del Ñancahuazú que dirigió Guevara en el oriente boliviano, sostiene en su libro "Memorias de un soldado cubano, Vida y muerte de la Revolución" que "tal vez el gobierno cubano, fríamente, había decidido deshacerse del Che Guevara".
En ese libro señala que Castro habría instruido al jefe del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje, para que diera la espalda al guerrillero cuando iniciara operaciones, en 1967. Sin embargo Castro, en el libro "Cien horas con Fidel", del español Ignacio Ramonet, negó que hubiera distanciamientos o discrepancias entre ellos y atribuyó los problemas enfrentados por el Che en Bolivia a la división surgida en el PC de ese país.
Prado recuerda que se encontró con Benigno hace algunos años en una velada en la que el disidente cubano le informó que la inteligencia de Castro había mentido al Che para que concluyera sus días en Bolivia.
Añade que poco después de la captura, el Che le preguntó qué harían con él y que pareció aliviado cuando escuchó de Prado que lo esperable era que fuera juzgado en Santa Cruz.
Sostiene que, años después, uno de los comandantes del alto mando le confió que el presidente boliviano de entonces, el general René Barrientos, decidió en consulta con sus comandantes, ejecutar al Che, porque no había una cárcel de máxima seguridad para él y que un juicio sería "un circo".
"El Che pareció interesado en el juicio tal vez por esa razón, posiblemente ahí podría encontrar una salida" a la encerrona que, según Prado, lo había traído a Bolivia para que no volviera.
Prado actualmente es profesor de varias universidades de Santa Cruz, en relaciones internacionales, política y economía. Fue ministro de estado, en un gobierno de transición que condujo a Bolivia de retorno a la democracia. Fue diplomático y, entre otros cargos, ocupó la embajada boliviana en México.