LISBOA.- El prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins, dijo hoy que el proceso de canonización de los pastorcitos de Fátima se aplazará si no hay nuevas pruebas sobre la cura milagrosa que se les atribuye.
"En el caso de que no lleguen a Roma nuevos elementos, la causa de los pastorcitos no quedará paralizada, pero sí aplazada", dijo el cardenal luso en referencia al hecho de que los médicos del Vaticano no han concluido que la cura realizada por los hermanos Jacinta y Francisco Marto sea inexplicable para la ciencia.
Saraiva Martins indicó durante su intervención en el congreso "Fátima para el siglo XXI" que los médicos de la Santa Sede tienen "ciertas dificultades en afirmar que aquella cura no tiene ninguna explicación a la luz de la medicina actual".
El prefecto aseguró que la documentación entregada no facilita todos los elementos médicos necesarios para realizar una valoración sobre este caso.
El proceso de canonización de los dos hermanos se inició tras la supuesta curación milagrosa de un bebé que padecía diabetes, cuya madre relató cómo en mayo de 2000, durante las ceremonias de beatificación de Francisco y Jacinta, pidió la intercesión de los dos a favor de su hijo.
El cardenal recordó que existen dos tipos de diabetes y que sólo uno de ellos es incurable, mientras que la información recibida no esclarece de cuál de ellos se trata.
"Ojalá los promotores de la causa nos ofrezcan elementos nuevos que sirvan para resolver la duda de los médicos", aseguró Saraiva Martins, que participa en las conmemoraciones de los 90 años de las apariciones.
La Virgen de Fátima se apareció a los dos niños y a su prima Lucía los días 13 durante seis meses consecutivos desde mayo de 1917 y les reveló tres secretos.
Los dos primeros vaticinaban el final de la Primera Guerra Mundial, el estallido de la Segunda y la muerte prematura de dos de los niños.
El tercer secreto revelado por la Virgen está relacionado con el atentado que sufrió Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, según revelaciones vaticanas.